QUERIDO MUNDO
El escepticismo necesario
EN ESPAÑA apenas se le prestó atención, pero la carta que el director de The New York Times , Bill Keller, dirigió a sus lectores tras publicar el 23 de junio que el Gobierno estadounidense practicaba el espionaje bancario para rastrear transacciones del extremismo islámico, no tiene desperdicio. Y no lo tiene por dos razones: primera, porque la Casa Blanca se lanzaron contra el periódico con ánimo de amedrentarlo y recortar sus libertades y, segunda, porque el prestigioso diario había apoyado a la Administración Bush en la lucha antiterrorista con una ceguera lamentable entre los años 2001 y 2004, cuando todavía prestaban oído a las fuentes gubernamentales que sostenían la existencia de armas de destrucción masiva en poder de Sadam Huseín. Atacado con dureza desde las filas neoconservadoras, Keller respondió en su carta: «Al Gobierno le gustaría que sólo publicáramos la línea oficial y algunos de nuestros líderes tienden a ver cualquier cosa como peligrosa para los intereses nacionales. Pero nuestro trabajo es precisamente publicar información si estamos convencidos de que es correcta y precisa. Nuestros mayores fallos han sido los cometidos por no profundizar demasiado o por no informar plenamente». Las espadas siguen todavía en alto y sólo la escasa popularidad de Bush en este momento le impide intentar apretarle más las tuercas al gran rotativo neoyorquino. Pero quizá la parte más sutil de la carta, que comento ahora a la luz de los incendios forestales y otros asuntos en disputa en este comienzo del nuevo curso, es la que se refiere al periodismo en sí. Bill Keller lamenta muy especialmente la falta de escepticismo que rigió en su periódico cuando el Gobierno estadounidense esgrimía motivos a elegir para invadir Irak. Porque ahí empezó el trienio negro del periodismo anglosajón que ahora se trata d e reparar con coraje y determinación. Algo difícil porque antes se contribuyó a convencer a la población de que Irak era culpable del atentado de las Torres Gemelas, y aún hoy la mitad de los estadounidenses creen que ha sido así. Keller lo dice con claridad: la falta de escepticismo de los periodistas fue culpable. Tomemos nota .