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Publicado por
JUAN J. MORALEJO
León

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LA PANDA que atiende por UAI, que suena a lamento y a bostezo, acaba de dejarnos al Plutón del bachillerato fuera del catálogo de planetas por tiquismiquis de tamaños. Con incorrección biológica del nueve largo nos vienen con que es un planeta menor, como si dentro de unos años luz Plutón, a golpe de engorde con aerolitos, fuese a hacer su primera comunión, su seletividá y un máster para llegar a planeta mayor y codearse con Marte o Mercurio, o salir chicarrón del Norte y hacerse la foto con Júpiter y Saturno. Pero es todavía peor la incorrección política de decirnos que el pobriño Plutón es planeta enano, ominoso sambenito que podían haber sustituido por planeta «de mesurada expansión diametral» y nos entendíamos todos y no se le faltaba a nadie. Con perdón de los colegas de Latín, aplaudo a la UAI por haber puesto un poco de orden y respeto en el planetario. Años atrás un alumno del ramo descubrió él solito y sin manos que los dioses griegos tenían nombres de planetas; en aplicación rigurosa del Principio de la Viceversa de Mendelejev, todos los planetas deben tener nombres de dioses griegos. O sea, que los latinos Mercurio, Venus, Júpiter... ya pueden ir preparándose a rebautizarse en Hermes, Afrodita, Zeus... porque los de Griego «aún somos alguien», que decía mi abuela. Marte tendrá que pasar a ser Ares y, si le sale un satélite nuevo, que le pongan Mugardos; espero que Quintana presione ante la Unión Astronómica Internacional para que tengamos un sistema solar «axeitado á nosa realidade». Pero me temo que al pobre Plutón no lo recuperemos con llamarle Hades. Bueno, a lo mejor lo de desplanetar a Plutón tiene su intríngulis de ejemplaridad en los tiempos que vivimos. Vayan ustedes a saber qué órbitas temerarias habrá hecho el tío, con qué prisas locas las habrá completado y si, cachado in fraganti por el radar de la Guardia Sideral de Tráfico, no habrá perdido todos los puntos del carné de planeta, de astro a lo grande, puntos y carné que conserva, en cambio, Farruquito, estrella con luz propia y órbita ad libitum. A fin de cuentas, que a Plutón lo bajen a segunda división es trapallada de menor cuantía para quienes viven la astronomía cañí y están atentos al apogeo y al perigeo, al orto y al ocaso de tantos y tantas astros y astras de la comidilla teleabusiva diaria. Por ejemplo, descatalogar a Plutón es minucia al lado del eclipse, que amenaza total, de Julián Muñoz, ese muchacho que fue alcalde planetario de Marbella por herencia política del señor Gil y Gil y luego se echó una novia de apellido de fácil recuerdo para todos. Y en este mismísimo momento acabo de escuchar un Big Bang que no es el de Hawking, pero me temo que haya eclipsado un par de codornices en los rastrojos riojanos que hay más allá de las viñas que me dan de beber más que de comer. No sé si me entienden, pero para mí mismo me explico de virguería. Para ser planeta hay que girar en torno al Sol y estar gordo como para tirar a esférico. Esta última es la más fácil de las condiciones: hay mucho cabrito esférico, es decir, que sin necesidad de estar gordo es un cabrito mires por donde lo mires.

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