Diario de León

LA TORRE VIGÍA

Efecto Ahmadineyad

Publicado por
XOSÉ LUIS BARREIRO
León

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EL EJÉRCITO invencible no existe. Y la política internacional de un solo liderazgo tampoco. El vértigo provocado por la desintegración de la Unión Soviética y por la entrada de China en la competición capitalista llevó a la Administración americana al convencimiento de que el mundo era como una gran bola de plastilina, susceptible de ser remodelada a base de manoseos. Pero todo indica que los fantasmas de un nuevo orden empiezan a despertarse, y que Condoleezza Rice tendrá que hacer una diplomacia con argumentos más sólidos que los del primo de Zumosol. Si la War on Terror surgida del 11-S sólo consiguió elevar a los terroristas a la categoría de actores internacionales, y si el militarismo sionista situó a Hamás y a Hezbolá en el Olimpo de los héroes populares, todo apunta a que la arbitraria presión ejercida por Bush contra Irán está a punto de situar a Ahmadineyad en el privilegiado firmamento de estadistas que pueden determinar la suerte del mundo. Porque, aunque el discurso oficial sigue diciendo que se trata exclusivamente de un fundamentalista radical, que constituye un serio peligro para los equilibrios del globo, resulta imposible ocultar por más tiempo la admiración que despierta entre mucha gente -incluidos algunos gobiernos europeos- este escuchimizado y barbudo profesor de instituto que, a base de poner en práctica el principio de «predica meu frade, que por unha orella me entra e pola outra me sae», está poniendo en evidencia las bravatas de la Casa Blanca. Los pocos viajeros que se adentran en Irán nos vienen hablando de que Ahmadineyad administra el país más integrado y más secularizado del mundo islámico, que su sistema social es más avanzado e igualitario que el de las dictaduras vecinas, y que ya no existe ningún líder regional que pueda hacerle sombra a este extraño dirigente que, denostado y caricaturizado desde Occidente, empieza a quebrar la idea de que todo el Medio Oriente es el campo de Agramante en el que se juegan los ideales políticos y los intereses económicos del gran imperio. En un mundo gobernado por el derecho, y acogido al poder tutelar de la ONU, sería imposible la creación de un liderazgo como el que empieza a ejercer Irán sobre toda la región. Pero si todo se fía al poder de las armas y a la ley del embudo, se me antoja inevitable la ascensión de políticos que, como Ahmadineyad, concitan el apoyo de sus pueblos a base de caminar sobre el filo de las navajas. Por eso crece la tensión en el mundo. Y por eso Europa sigue paralizada, como el asno de Buridán, entre la cómoda protección que le ofrece la América guerrera y la inexorable y urgente necesidad de hacer política abierta al otro lado de sus fronteras.

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