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Publicado por
ANXO GUERREIRO
León

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CON FRECUENCIA hemos denunciado la proverbial inoperancia europea para formular una política de paz y seguridad común y para definir una política exterior digna de tal nombre. La última oportunidad para la crítica nos la proporcionó el rotundo fracaso de la Cumbre de Roma sobre la dramática situación que vive Oriente Próximo. Pues bien, sólo unas semanas después de que la comunidad internacional hubiese demostrado su incapacidad para detener la masacre, la Unión Europea ha tomado la inesperada y trascendente decisión de enviar un importante contingente militar de interposición para garantizar el alto el fuego dictaminado por la resolución 1701 de Naciones Unidas. Comparar, como hace el PP, esta decisión de la UE, que dispone del aval de la ONU y de un amplio respaldo internacional -incluido el de las partes implicadas en el conflicto- con la invasión y posterior ocupación de Irak es un puro disparate. Sin embargo, he de reconocer que la posición adoptada por la UE, con la que España está plenamente comprometida, comporta graves riesgos políticos y militares. En efecto, enviamos tropas a un escenario en el que existen gravísimas tensiones y un sinfín de conflictos encadenados, el alto el fuego es precario y las hostilidades pueden desatarse de nuevo atrapando a nuestros soldados entre el fuego cruzado de los combatientes, y, desgraciadamente, no tenemos la más mínima seguridad de que Israel y Hezbolá -o quienes los patrocinan- deseen realmente que la misión de la ONU tenga éxito. Todo ello es cierto, pero también lo es que Europa tiene en Oriente Medio intereses estratégicos vitales ante los que no puede permanecer pasiva, limitándose a pagar los destrozos que causan otros. Ahora bien, para que esta peligrosa singladura culmine felizmente, es imprescindible que la UE aproveche su creciente presencia -e influencia- en Oriente Medio para articular una estrategia que haga avanzar una solución global para esta región asolada por múltiples y desgarradores conflictos. Una iniciativa que aborde, en primer lugar, el conflicto palestino-israelí, pero también la estabilidad y soberanía del Líbano, la insostenible situación iraquí o el contencioso nuclear con Irán, así como el papel que ha de jugar este importante país en la región. Claro que para poder desempeñar ese papel político, la UE ha de demostrar, contradiciendo una larga trayectoria, que posee un proyecto compartido y una voluntad común para actuar de manera coherente en defensa de sus propios intereses y de los de la paz y seguridad en el planeta. Nuestros Gobiernos han de ser conscientes de que con su intervención en el Líbano no sólo ponen en juego la vida de nuestros soldados, sino también la credibilidad del proyecto europeo en el mundo. Espero que para bien.

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