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CRÓNICAS DEL TERRITORIO

Después del cambio, hibernación

Publicado por
ANDRÉS PRECEDO
León

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HA PASADO el tiempo de las vacaciones y llegado el tiempo de leer con detenimiento la prensa diaria. Por esta vía me llega un cierto desasosiego, un inesperado síndrome posvacacional. Al final del anterior verano miraba las cosas con la esperanza del cambio, de un cambio que supuestamente ofrecía promesas de transparencia, de verdad, de honradez. Pero esta vez, la ilusión del cambio se ha quedado en eso, en una ilusión. Los nuevos gobiernos hacen lo mismo que antes atacaban, las organizaciones sociales independientes maquillan sus reivindicaciones según quien sea el responsable político. El capital social del cambio, la credibilidad de los actores del cambio se diluye, se esfuma. Ya no sé si lo del Estatuto catalán fue lo que parece o va a ser otra cosa. Ya no sé si las negociaciones con el terrorismo vasco empezaron antes o después. Ya no sé si en el 11-M me mintió el PP o me engañó el PSOE. Ya no sé si el modelo territorial de España tiene modelo o no. Ya no sé si lo de los inmigrantes tendrá solución o no, Ya no sé si los incendiarios gallegos son terroristas del fuego o iluminados como siempre. En fin, no sé absolutamente nada. He pensado, en un rato de insomnio, que la Universidad como institución podría ser el cauce de la verdad, pero al pensar la encontré tan politizada como el Congreso de los Diputados, y tan manipulada y hermética como él. También al Congreso el cambio le iba a devolver el protagonismo político, pero como los gobiernos del cambio practican una democracia mediática, dicho papel se quedó en los papeles, y muy pocas veces pasó a los hechos. Unas veces porque no se hizo nada, y otras porque se hizo lo contrario de lo que se prometía. Más aún, de nuevo me dicen que en Madrid se está formando un nuevo partido de centro, pero como ya no creo en los partidos como solución, ante la falta de referencias firmes en que asentarme, estoy pensando en solicitar la hibernación anticipada. A ver si cuando despierte ya tengo la memoria histórica necesaria. Claro que, en ese nuevo despertar, a lo mejor ya no estoy para pensar en estas cosas, ni mi cerebro tampoco.