Cerrar
Publicado por
XOSÉ CARLOS CANEIRO
León

Creado:

Actualizado:

SOY UN fumador compulsivo que ha dejado de fumar hace años. Aún lo recuerdo. Hay noches que despierto con un cigarro en la boca y lo aspiro tan profundamente que parece, lo juro, que estoy fumándome la vida. Felizmente. El Estado ha decidido proteger a la ciudadanía de los fumadores (incluso de los fumadores compulsivos que ya no fumamos). Legislan, persiguen al transgresor y tienen tan sana la sociedad que esta España es la España más saludable de las últimas Españas. Yo le pediría al Estado la misma pericia para protegernos de otros males. No los citaré todos, pero para la higiene mental del país resulta imprescindible que nos defiendan de la estulticia televisiva, del garrafón, del vértigo del ocio, del arte de usar y tirar, de los mesías, de los futurólogos y arúspices, de María Patiño y Karmele Marchante, de José Luis Perales, de las olas de calor y las olas de incendios, de la prensa oficial y de la prensa dependiente, de corazón corazón, de la mala educación en los parlamentos, de los virus en los hospitales, del fútbol defensivo... Hay otros males, es cierto, pero yo cito algunos corriendo corriendo. Resulta patético verlos fumar en las aceras hasta la última calada cuando antes, en la oficina, se le consumían los cigarros sobre el cenicero. Patético que se escondan, que sientan vergüenza, que sean señalados por la corrección imperante. La salud de los fumadores empeorará con esta ley, sin duda. Pero los otros, incluso los fumadores compulsivos que hemos dejado de fumar, estaremos más defendidos y aislados de toxinas. A mí excusan defenderme. Me borro de la nómina de protegidos por el Estado protector. Será porque yo, maldita sea, aún despierto por las noches fumándome la vida. Y parece que soy un tipo feliz. Incluso.

Cargando contenidos...