Diario de León
Publicado por
José Luis suárez Pastor
León

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Lo que PASO a describirles es común a muchos municipios mineros leoneses y León es las principales provincias mineras de Europa. Hablo de Villablino, pero lo importante es que no es un caso aislado. La vida moderna en el valle de Laciana, me refiero a la vida en el último cuarto de siglo, se ha caracterizado por tres azotes: 1) La lejanía del poder político y administrativo; 2) Una economía de monocultivo, el carbón; y 3) Un municipio gobernado de manera ininterrumpida por administraciones de izquierdas. Me importan los resultados. Lejanía del poder político. En política importan dos cosas, el tamaño y la distancia. El argumento de la lejanía física es tan consistente que la propia Unión Europea ha generado legislación especial para las regiones ultraperiféricas y periféricas. El propio Estado autonómico español se ha venido conjugando durante todos estos años en clave de centro y periferia. El argumento es tan consistente que si se traslada al ámbito autonómico y provincial produce los mismos resultados. Laciana, señoras y señores, a pesar de su importancia estratégica está lejos, tan en la frontera que algunos municipios se plantean mirar al Cantábrico. Lejanía y olvido son las notas de un tango. Laciana está muy lejos de León, muy lejos de Ponferrada y aún más lejos de Valladolid. Una lejanía que, según los días y las cosas, se convierte en abismo. La lejanía, es una constante vital que empapa todas las decisiones vitales que adoptamos los lacianiegos. Sintiendo la lejanía como una constante, nuestros ahorros se orientan a capitalizar inversiones en tres núcleos de población, por este orden: León, Ponferrada y Oviedo. Es decir, nuestras decisiones financieras están marcadas por una profunda desconfianza hacia el paisaje de nuestra infancia y el territorio emocional que nos ha visto crecer. Poco hace a este asunto que el poder político lejano sea de izquierdas o de derechas o que el poder político local, a su vez, sea de izquierdas o de derechas. Lo que importa es la lejanía, impregnando múltiples circunstancias, por ejemplo, a la hora de elegir plaza: pocos funcionarios quieren desplazarse a Villablino y pocos son los que quieren permanecer en Villablino. Una economía de monocultivo, el carbón. Las economías de monocultivo, en general, no son buenas consejeras, su vulnerabilidad es bien conocida. Y si el monocultivo no depende del mercado sino que depende, para empeorar las cosas, de los caprichos de la clase política y sus regulaciones, el rango de vulnerabilidad se dispara. Llegados a este punto poco importa que la propiedad de las explotaciones mineras sea privada o del Estado. El Estado, como es bien visible en Asturias, tampoco mengua su vulnerabilidad ni añade garantías. Bajo la presión combinada de los ecologistas y de los grupos de presión energéticos, en especial el lobby petrolero-gasístico, la industria del carbón se convirtió en un sector apestado, al que se le degradó de todas las maneras posibles, en los medios de comunicación, ante la opinión pública local, nacional e internacional, con un impacto devastador injusto e inmerecido. En los municipios mineros se puso el cartel a la entrada «zona apestada, zona en liquidación». Municipios de izquierda. Villablino ha sido gobernado desde la transición por administraciones de izquierdas. administraciones de izquierda, sin respiro, ininterrumpidamente, con un saldo general bastante modesto. La economía sigue siendo de monocultivo, la dependencia exagerada de una única empresa, la MSP, que rehuye cualquier compromiso con el municipio y el valle, lejos de mejorar ha empeorado. Estamos hablando de un vínculo, en la fase presente, totalmente judicializado y con signos alarmantes de empeoramiento. Los efectos perversos de la lejanía, lejos de aminorar se han acrecentado y estamos hablando de administraciones, de socialistas y comunistas, incluyendo al señor Rodríguez Barrero, que se han caracterizado por una baja consideración del acto administrativo. Han sido gobiernos caracterizados por la baja calidad de sus decisiones de gobierno, sus ínfimas cotas de transparencia y lo que yo llamaría administraciones baldragas, muy descuidadas. He leído el informe del Tribunal de Cuentas, correspondiente al periodo 1998-2002, con gran detenimiento y puedo asegurar que lo que se le imputa a la alcaldía de Villablino de aquel periodo, es imputable, por igual, a los alcaldes anteriores y posteriores. Su estilo es el mismo, baldraga. Hacen mal el señor Barrero o la señora Durán, ambos de izquierdas, persiguiendo a, su tantas veces compañero, Guillermo Murias, en un ataque cainita, entre camaradas, que por otra parte ni me va ni me viene. Les recuerdo a ambos que tienen muchas explicaciones que dar sobre la calidad de su propia gestión. Antes se ve la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio. Y por si no he sido claro, apuesto todo contra nada a la honorabilidad de todos los alcaldes que ha tenido el municipio de Villablino. Aquí no ha habido ni hurto ni corrupción pero si administraciones muy descuidadas, con insufrible desaliño y un toque manirroto. «No han sabido llevar la casa». Es lo que diría cualquier madre de familia: No se puede gastar todo en mantas y nada en sábanas. O utilizar la partida presupuestaria destinada a los libros de los niños para pagar las vacaciones del verano y después utilizar la partida de la luz para pagar los libros. Y a continuación guardar las facturas de la luz donde están las de los libros y las de los libros donde están las de la gasolina. Es de dudosa eficacia cuando lo hacemos en casa y se corre el riesgo de no encontrar nada. Los ex alcaldes de Villablino saben bien de que hablo. Viene a cuento lo anterior porque la administración municipal, la de los municipios mineros en general y de la de Villablino en particular, tiene asignaturas pendientes, siendo la más importante prepararse para el cambio de signo, extraordinariamente positivo, que ha experimentado la economía del carbón, prepararse para la evolución más que previsible de la administración municipal con nuevas y renovadas competencias, con otros rangos de transparencia y participación de los vecinos y las que le corresponden, imperativamente, a un municipio como Villablino, tan lejos de todo. La vida municipal no necesita de grandes proclamaciones políticas, necesita de actos concretos y procedimientos fiables, sólidos y muy funcionales. Necesita claridad de objetivos y sinceridad sobre lo que se puede conseguir y lo que es un brindis al sol o un ejercicio de demagogia, uno más, de los que tanto sobrecargan la política y que tanto deterioran el acto político. Se olvida con excesiva frecuencia, y lo recuerdo, que el poder del municipio, siendo pequeño y contradictorio, es el único realmente a nuestro alcance sobre el que los vecinos podemos influir.

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