Diario de León

LA TORRE VIGÍA

El juego del gallina en el País Vasco

Publicado por
XOSÉ LUIS BARREIRO
León

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EL JUEGO del gallina se puso de moda hacia 1956, cuando la película Rebelde sin causa nos mostró la escena en la que James Dean y Sal Mineo aceleran sus coches hacia el barranco para dirimir quien es el gallina que coge miedo y salta del coche con mayor antelación. Pero la versión más repetida del game of chicken , típicamente americano, es la que pone a dos coches embistiéndose de frente, para ver qué conductor da el volantazo y se pone fuera de la línea de riesgo. Los estudiosos de la teoría de los juegos se han parado mucho en este modelo que representa, mejor que ningún otro, los procesos de negociación política, ya que ambas partes pierden si se choca, y ambas partes dan por supuesto que el contrincante es racional y cederá sus posiciones un metro antes de la catástrofe. Más allá del ansia de paz que tenemos todos los españoles, es evidente que el Gobierno de Rodríguez Zapatero y los entornos de ETA tienen una necesidad absoluta y perentoria de que la negociación termine con éxito. Y es por eso que, en vez de estudiar las cesiones razonables que han de hacerse a favor de un objetivo tan importante, tengo la impresión de que las dos partes están más empeñadas en conseguir los beneficios colaterales que otorga el juego del gallina -enamorar a Natalie Wood, como hacía James Dean en Rebel without cause -, que en reducir los riesgos de choque que se generan con la aceleración del proceso. No se trata de frivolizar, ya que incluso Bertrand Russel utilizó el juego del gallina para analizar el riesgo descomunal que generó la carrera de armamentos durante la guerra fría. Lo único que quiero hacer ver es que, si seguimos por este camino, que reduce el proceso de paz a un pulso que se echan el Gobierno y Batasuna sobre la Ley de partidos, el tablero de apuestas se divide al 50 % entre la posibilidad de una paz duradera y el riesgo de un dramático regreso al terror político. Claro que este juego del gallina, en el que Natalie Wood representa a los pueblos español y vasco, es más propio de los bajos fondos que de las instituciones. Y por eso se comprende mejor el envite chulesco que hace Batasuna que la acomplejada aceptación de ese reto por parte del Estado. Porque, mientras los batasunos tienen que enamorar a alguien haciéndose el machote, el Estado puede plantear el proceso sin complejos, afirmando lo que hay que afirmar antes del arranque, y cediendo lo que hay que ceder, con prudencia y claridad, antes de ver el precipicio. El llamado proceso de paz acaba de entrar en su momento decisivo. Pero mucho me temo que el gobierno y Batasuna están más preocupados por enamorar a Natalie Wood, y ganar las elecciones, que por poner fin a la historia maldita de ETA.

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