Fe y razón

LA LECCIÓN magistral de Benedicto XVI en la Universidad de Ratisbona, ha vuelto a sacudir la «sensibilidad» del mundo musulmán. Su exposición sobre «Fe, razón y universidad. Recuerdos y reflexiones», en las que, como cualquier erudito, hace mención a un texto del siglo XIV, concretamente a un diálogo del emperador bizantino Manuel II Paleólogo, por tanto, nada por lo que disculparse, ha sido sacada de contexto de forma interesada, burda y manipuladora para enaltecer a las susceptibles masas musulmanas ajenas a lo que una argumentación teológica en una universidad europea supone. Nuestro espacio común de «libertad de cátedra y expresión», nuestro derecho a la libre comunicación del pensamiento han sido, manipulados, otra vez, para alejar todavía más cualquier posibilidad de entendimiento entre dos culturas a punto de dar el salto cualitativo de la convivencia, más o menos tolerante, al rechazo derivado de la incomprensión total. Y es que, aunque hay millones de musulmanes cultos, reflexivos y piadosos que respetan a todos los que no profesan su religión, lo cierto es que son muchos más, demasiados, los ulemas, mullahs y ayatollahs, que se dicen estudiosos del Corán, y los hechos de la vida del profeta sin una rigurosa formación académica. Son estos personajes los que aprovechan una cita histórica sacada de contexto y la ignorancia de la gente para movilizar a las masas de musulmanes resentidos. Se aprovechan, sin que los occidentales hagamos nada para impedirlo, de nuestra libertad de culto para condenar una cita del Papa sin que, en justa reciprocidad, podamos cuestionar, por ejemplo, los sermones de las mezquitas. Quizás si escucháramos cómo se califica a las mujeres occidentales y se insta a la guerra santa seríamos nosotros los que saldríamos a la calle para exigir a nuestros gobiernos que actúen de forma valiente y decidida para defender nuestro modo de vida.