Una vida en el Diario

ATESORO en mi album una vieja fotografía a la que tengo especial cariño. Se ve a un grupo de gente delante de la vieja iglesia (derribada en los años sesenta) de San Lorenzo, que recibía la visita del obispo Luis Almarcha. Yo tengo cuatro o cinco años y hay un montón de gente del barrio, como un mozalbete desgarbado que luego todos conocerían como «Gelete» y también un hombre bajito, orondo, con gafitas y cara de simpático que no era otro que Juan Hernández «Juanito». Para mí un vecino más de San Lorenzo, al que a veces veía hablar con mi padre, y al que me encontré años después,en el taller del Diario de León, cuando llegué a Pablo Flórez en el verano del 73. Juanito estaba allí, con su vieja linotipia a la que cuidaba con esmero, pero ese mismo año llegó el off-set y con el nuevo sistema comenzó el fin del plomo, que se simultaneó algún tiempo, pero pronto obligó a que Juanito se reciclara en corrector, puesto que desempeñó hasta su jubilación. Por haberme conocido de niña él seguía llamándome «Coletinas» y todavía el pasado febrero, cuando los trabajadores nos reunimos en un almuerzo para celebrar los cien años del periódico, volvió a llamarme así. Su vida fue el Diario y se acabó en el centenario. Hay muchas anécdotas de tantas noches trabajando juntos, pero yo le recuerdo, muy serio, el 23-F de 1981 cuando reclamaba una especie de salvoconducto que le permitiera justificar de dónde venía si al salir se encontraba con alguna fuerza que le obligara a identificarse. Pensaba en la Guerra Civil y se ponía en lo peor. Adiós, Juanito, siempre te recordaré alegre y dicharachero. Allá arriba te estaba esperando José María para seguir jugando al dominó.