LA VELETA
Presupuesto electoral
LAS TENSIONES eléctricas no dejan ver, claramente al menos, que La Ley Presupuestaria para 2007 desprende un cierto aroma electoral, y no porque los ordenadores de Hacienda hayan atendido consignas de La Moncloa, sino porque la bondad del ciclo económico favorece unas cuentas del Estado en las que el ciudadano habitualmente indeciso podría sentirse a gusto y sin acariciar la conveniencia de un cambio político. Dicho sea todo esto desde el relativismo absoluto, como debieran enunciarse las grandes afirmaciones. Solbes no contempla un adelanto electoral, pero sus presupuestos parecen confeccionados para que unas elecciones anticipadas favorecieran al partido del Gobierno. Ha logrado Solbes la cuadratura del círculo, es decir, un proyecto presupuesto que contempla un superávit sustancioso a final del ejercicio, pero desde la expansión del gasto, espectacular en muchos capítulos. Además rebajando, aunque muy levemente, los impuestos más directos. Se deposita toda la confianza en el aumento de los ingresos, que ya este año ha sorprendido a la propia empresa. Es lógico que en cualquier medio político, del Gobierno o de la oposición, se prevea a estas alturas una legislatura larga, aunque no extinga todo su plazo reglamentario. Las elecciones generales deben celebrarse antes de que finalice el primer trimestre del 2008, y nadie piensa que adelantarlas al trimestre anterior, último del 2007, supondría una mayúscula sorpresa. Pero la ley presupuestaria del año que viene no es electoralista, jura el Gobierno, por mucho aroma electoral que desprenda. Se ha tratado simplemente de adecuar los gastos del Estado tanto a las necesidades del país como a las promesas del Ejecutivo, y esa doble intención blindaría al PSOE, en el terreno económico, durante la campaña electoral, pues realmente estos Presupuestos, tal y como se han presentado, lo harían dialécticamente invulnerable. Tenemos, pues, que el Gobierno de Zapatero va a deslizarse en los próximos meses por una plataforma económica que le resultará muy favorable, por lo que podrá dedicar sus desvelos a la inmigración, problema que el PP está manejando contra el ejecutivo de forma insistente y a veces brillante, y a la inseguridad ciudadana, asunto que suele guardar escasa relación con la realidad de la delincuencia, pues hay momentos en los que una actividad delictiva declinante enciende sensaciones de inseguridad mientras que en otros, con llamativos ajustes de cuentas entre mafias extranjeras, ningún sector o lobby social denuncia seguridad precaria. Debe añadirse que el nuevo proyecto presupuestario no sólo es expansivo, y contempla paradójicamente su propio superávit, sino con fuerte matiz social, es decir, muy progresista, como le gusta a Zapatero, con aumento espectacular en los gastos de educación y en nuestra realidad más sonrojante, la de I+D.