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Publicado por
YASHMINA SHAWKI
León

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UNA TREGUA de un mes es lo que han pedido los ulemas en las mezquitas y los civiles en las calles de Irak. Un mes sin bombas, sin disparos, sin destrucción. Un mes de paz reflexiva, de ayuno diurno y fiesta gastronómica al caer el sol. Un mes para que sunnitas y chiítas olviden sus diferencias y celebren juntos los poco más de veintinueve días del ciclo lunar en el que todo buen musulmán debe sumirse en la reflexión. Un mes, el Ramadán, en el que, los fieles deben volcarse en oraciones nocturnas especiales para acercarse más a Dios y a los hombres. Un mes que no es uno más, sino quizás el más especial de todos ya que, salvando las lógicas distancias, cuando remata, la celebración es tan entrañable como la Navidad para los cristianos. El noveno mes del calendario musulmán es el más sagrado de todos y, por ello, en Irak, todas las fuerzas vivas habían pedido una tregua que les permitiera cumplir con uno de los cinco preceptos más sagrados del Islam, junto con la declaración de la fe, la oración, la limosna y la peregrinación, al menos una vez en la vida, a la Meca. Sin embargo, iniciado el Ramadán parece que, ni siquiera esta petición que debería llegar al corazón, incluso de aquellos que hacen del terror su razón de vivir, ha tenido una respuesta positiva. En Irak las víctimas siguen cayendo todos los días por decenas, sea Ramadán o no. Si no aparecen los cuerpos decapitados de algunos policías en un camión, son las imágenes de los cuerpos inertes de muchas mujeres que sólo habían ido al mercado las que siguen sacudiendo el país y convirtiendo en rutina diaria la visita a las morgues y los entierros. La situación ha degenerado tanto que, los terroristas que defienden el retorno a lo más puro del Islam, limpiando de infieles el territorio iraquí, como aquellos cuyo único fin es causar el caos para facilitar el retorno de Sadam al poder, han llegado a identificarse de tal manera que ya da igual de donde proceda la violencia. Los dos Irak: el delgobierno democrático y la mayoría de la población que vive en la inseguridad y quieren la paz y el del terror están en guerra, una guerra que ni siquiera el Ramadán ha podido frenar.