Diario de León
Publicado por
JAIME LOBO ASENJO
León

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En días pasados, hemos asistido a la colocación del retrato de Juan José Lucas en la llamada «Galería de Presidentes» del Senado, que al igual que en el Congreso de los Diputados, existe, en el caserón del Palacio de la Marina Española sede del senado del Reino de España, como fórmula útil, para legitimar la continuidad de la institución, perpetuando la imagen de su máxima representación y que no son otros que los que han tenido el alto honor de ser sus presidentes. Desde aquí mi felicitación al buen amigo y compañero, que es Juan José Lucas, por esta honrosa manera de pasar a la posteridad. Conociéndole me lo imagino feliz. Esta galería, en la que ya para siempre estará Juan José Lucas, cuenta con el retrato de sus, creo, 35 presidentes, retratos casi todos ellos, con una medida uniforme de 1x0,75 m., formando una colección de alto interés, artístico y humano, amén de tener un alto valor iconográfico que los convierte en auténticos documentos históricos. Para mí, que entre las venerables paredes del Senado de España, he tenido la fortuna de pasar once años de mi vida, siempre me impresionaron por su calidad artística, los retratos del Marqués de la Habana y el del general Martínez Campos, ambos firmados por Madrazo, así como los de Montero Ríos y el Marqués del Pazo de la Merced, de Salvador Cubells, sin desmerecer para nada el Menéndez Pidal de Moreno Carbonero y el del Marqués de Alhucemas de Manuel Benedito, y si hablamos de los de, a mi juicio, una menor calidad, he de compartir forzosamente la opinión de Lafuente Ferrari sobre los retratos de siete presidentes, atribuidos al «aguafuertista» José Galván, y de entre los coetáneos gustan mucho los de José Federico de Carvajal, de Revello del Toro y el de Juan José Laborda de José Luis Sáez. Y si esto, desde el punto de vista pictórico o artístico, según mi modestísima opinión, es así, desde el punto de vista histórico, entrar en la «Galería de Presidentes» del Senado es entrar en el túnel del tiempo de los últimos 172 años de la Historia de España, de la mano o mejor del cuadro de Vicente López quien retrató al primer presidente del Senado o Estamento de Próceres Francisco Javier Castaños, Duque de Bailén, Teniente General y héroe de la Batalla del mismo nombre. A Castaños se sucede en la presidencia, el también teniente general y héroe de la guerra contra Napoleón y acendrado defensor de las ideas liberales, Pedro Agustín Girón y las Casas, Marqués de las Amarillas que aparece en un retrato póstumo de Jover Casanova. Dando un pequeño salto, nos encontramos con el retrato del decimoséptimo presidente, Montero Ríos, del que es autor Martínez Cubells. Montero Ríos sería también presidente del Gobierno tras la muerte de Sagasta de cuyo partido fusionista fue miembro, pasando luego a la Izquierda Democrática. Otro «famoso» es el decimonoveno presidente, el segoviano Arsenio Martínez campos, brillante militar aunque «algo» golpista, se le recuerda entre otras cosas por el pronunciamiento de Sagunto que devuelve el trono a Alfonso XII y por el atentado que sufre en Barcelona a manos de anarquistas. Su retrato es obra de Madrazo. Y, como no podía faltar un leonés, allí está el astorgano Manuel García Prieto, presidente de la Cámara desde 1916 a 1919, en un cuadro de Manuel Benedito; Menéndez Pidal; Allende Salazar y el conde de Romanones son entre otros presidentes, los personajes históricos que se encuentran en la «Galería». Como decía antes, todos forman un compendio de la más reciente historia política y parlamentaria de España, con sus vicisitudes, en el accidentado camino desde el liberalismo a la democracia, con sus éxitos y sus fracasos, con una historia llena de luces y de sombras pero que en definitiva es nuestra historia. Concluyo. Nuestro amigo Juanjo Lucas puede estar orgulloso, pues ya forma parte para siempre, de una histórica institución de la que fue presidente. Institución, que inmerecidamente no goza en la actualidad de muy buena prensa, pero que por ello, es innegable que la historia de las libertades públicas y de la representación política españolas, en su largo camino de casi dos siglos, está unida a la del Senado y a la del antiguo Colegio de Doña María de Aragón o Palacio de la Marina Española que es su sede, y la inmensa mayoría de los que son o hemos sido miembros del Senado, nos sabemos herederos de la Historia de aspiración a la libertad que ese palacio encierra entre sus paredes.

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