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León

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EL CANDIDATO a la Generalitat de Cataluña por el Partido Popular, Josep Piqué, sabe que tiene que trabajar abrumado por el lastre de los graves errores cometidos por su propio partido en Cataluña desde los tiempos de José María Aznar, cuya rigidez política y personal en su segunda legislatura fue el caldo de cultivo en que germinó y arreció el nacionalismo radical catalán, cuyas consecuencias está pagando especialmete la derecha. Y se comporta con una franqueza admirable, de la que Mariano Rajoy, y seguramente otros altos dirigentes del partido, debería tomar buena nota con vistas a su propia emancipación de las personas, grupos e intereses que tratan, a veces con éxito, de controlarlo y de arrastrarlo hasta la periferia de la ceremonia política.

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