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¿A qué vino, señor presidente?

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El pasado 28 de agosto la villa de Benavides de Órbigo celebró con toda solemnidad el acto central conmemorativo del séptimo centenario del Mercado de los Jueves, recordando el privilegio que el Rey de León y de Castilla, Fernando IV concediera al señor Juan Alfonso de Benavides el día 28 de agosto de 1306. Al acto asistieron diversas Autoridades, destacando tres consejeros autonómicos, el subdelegado del Gobierno en León, señor Francisco Álvarez, el delegado del Gobierno en la comunidad autónoma, señor Miguel Alejo y, completando el elenco de autoridades, el señor presidente de la Junta, señor Juan Vicente Herrera. Se puede decir que no faltó nadie y que el acto fue muy brillante. ¿A qué vino a Benavides señor presidente? Yo estaba presente en el acto y pude escuchar perfectamente todo su discurso. Su visita a la Ribera del Órbigo era muy esperada, no en vano era su primera visita a la comarca. Su presencia fue aclamada por unos aplausos llenos de cariño, calor, entusiasmo y esperanza, echando por tierra la típica frialdad de los leoneses, más acordes con el ambiente caluroso del día. En su discurso, señor presidente, no dirigió ni una sola palabra a Benavides ni a la ribera, ni siquiera hizo promesa alguna, no dando lugar ni siquiera a la esperanza. Tal vez, se esté volviendo más sincero, ya que hacer promesas para luego no cumplirlas, mejor así, claro. Quiero recordar que unos días después de su visita a Benavides, vino el presidente del Gobierno de España a nuestra provincia, concretamente a Rodiezmo y tampoco habló para nada de León ni de sus múltiples problemas. ¡Cómo ha puesto su partido al señor José Luis Rodríguez Zapatero! Y me parece muy bien que lo critiquen, porque después de tantas promesas, venir a León y no acordarse de los leoneses, es una tomadura de pelo, pero ¿no ha hecho usted lo mismo, señor presidente? Tal para cual, son igualitos Uno que nació en Benavides, al escuchar sus palabras, me hizo recordar mi infancia, cuando iba a la escuela de don Honesto. Éramos unos ciento veinte alumnos de entre seis y catorce años. Había otra escuela más de chicos y otras dos más de chicas de las mismas edades, más el colegio de las monjas, donde había unos doscientos niños y niñas de entre tres y seis años. Es fácil calcular el número de alumnos, unos setecientos, los que había sólo en Benavides hacia mediados del siglo pasado. Hoy no creo que llegue a la mitad el número de niños de los seis pueblos del municipio Si echamos una mirada a las estadísticas de población de los últimos cuarenta años en la Ribera del Órbigo, comprobaremos que ha perdido más del 40% de su población en general y más del 60% de sus jóvenes, cuando la población en España, en esos mismos años, ha aumentado más del 30% Ante esta profunda decadencia y estado de subdesarrollo, señor presidente ¿no tenía nada que decir? ¿no es usted el máximo responsable de la defensa de los intereses de todos los ciudadanos de esta autonomía? ¿Acaso no somos ciudadanos de esta autonomía? ¿A qué vino entonces a Benavides, señor presidente? El Rey Fernando IV concedió un magnífico Privilegio a Benavides que favoreció el desarrollo de la propia Villa y de toda la Ribera durante muchos siglos, llegando a ser la comarca menos pobre de los Reinos de León y de Castilla. usted señor presidente vino a recoger el Privilegio, un cuadro de pintura de Benavides y una insignia. Buena comparación: Fernando IV concedió el Privilegio y Vd a llevárselo. Con ser esto grave y desesperanzador, lo peor vino al final de su discurso. En referencia a la construcción de un cementerio nuclear en esta región leonesa, tal vez en Zamora, tal vez en Salamanca, habló usted muy claro. Dijo que solamente se construiría si había amplio consenso. O sea, que sí, que se hará en las tierras del Reino de León. El consenso ya está hecho, porque interesa a los dos grandes Partidos, al PSOE y al PP. El Gobierno Central está buscando un sitio adecuado para construirlo, un sitio que no genere peligrosas protestas, ¿dónde, pues? Está claro, en la única región española que aún no tiene autonomía propia, en la única región española que no tiene competencia administrativa alguna, en la única región española, que, por no tener, no tiene ni representantes políticos propios que defiendan los derechos de los ciudadanos, sino lacayos con la única pretensión de tener un buen amo que le garantice seguir gozando de su puesto. y, si es posible, seguir escalando puestos en política Naturalmente ese consenso para construir el cementerio nuclear en tierras leonesas le interesa al PP, a cambio de unas suculentas inversiones en Castilla y León, es decir, en Valladolid. (Qué manía tienen los políticos de llamar Castilla y León a la ciudad de Valladolid) La prueba de que esto es cierto es la siguiente. Con motivo de la clausura de la Mesa de Diálogo de la Energía Nuclear en España, de fecha 17 de mayo de este mismo año, en el Ministerio de Industria, el representante de la Junta de Valladolid, don Manuel Ordóñez Carballada, director general de Energía y Minas, manifestó el ofrecimiento de esta comunidad para la instalación del cementerio nuclear en estas tierras (le llaman ahora ATC, almacén temporal centralizado de residuos nucleares) Esto es lo que esta autonomía ofrece a la región leonesa, ser el basurero radiactivo nuclear de España entera. En la comarca donde se construya el cementerio nuclear le serán concedidas unas migajas, en forma de una docena de puestos de trabajo para hacer los servicios de limpieza. Total, como somos así, nos conformamos con un plato de lentejas. La construcción del cementerio nuclear en esta región será la sepultura de las esperanzas de progreso de toda la región leonesa para siempre. Tengo la impresión, señor presidente, que vino a Benavides a decirnos: «Leoneses, como Fernando IV, os voy a conceder un nuevo privilegio, como sois unos cavernícolas os voy a construir un basurero nuclear que os devolverá a vuestro ambiente, a las cavernas. Dejad toda esperanza de progreso».

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