Ojo al tren y al voto del Crucero

EL CANDIDATO socialista a la alcaldía de León, señor Fernández, se descolgó el otro día con unas declaraciones optimistas sobre la primavera electoral que se avecina, a pesar de que aún no ha llegado el invierno. «Gracias al Gobierno», ha dicho, «por fin tendremos presupuesto para el paso a nivel del Crucero». Puede que gane votos. Es probable, aunque dos amigos que servidor tiene de corresponsales en el barrio, a saber el cura Anexio y el peluquero Jose, que ofician frente por frente cada uno en lo suyo, se muestran un tanto incrédulos y preocupados. Para el párroco es cuestión de fé y para el barbero de infraestructuras, dado que el primero ya no cree en milagros y el segundo lleva treinta años o más afilando directamente las tijeras en las vías, de ahí lo relucientes que están unas y otras. «Como una patena», dijo el cura la víspera del domingo. «Y yo estoy hasta la coronilla», respondió el otro mientras se la hacía. Sin llegar a estos extremos hasta un poco más abajo estamos todos, justo donde al peluquero le gustaría depilar a las beatas y el señor arcipreste lo tiene prohibido. Dicho en plan fino, con perdón y huyendo de la lujuria, nos toman a los tres, ninguno de los cuales somos desviados ni de Renfe ni de lo otro, por tontos del culo. Con las promesas de que el año que viene los Presupuestos van a eliminar el paso a nivel sucede lo mismo que con la cigüeña que anida en la vecina y arruinada azucarera Santa Elvira: pone el huevo por San Blas -el candidato Fernández se adelanta por San Froilán- y para mayo si te he visto no me acuerdo. La cigüeña, no engaña. Mire usted, Fernández, si quiere salvar al Crucero de la marginación para que no quede en un guetto respecto al otro lado del río y de los raíles, con la pasta que se promete no basta, como en el anuncio de G ior , si no es para lavarle la cara. No hay a estas alturas presupuesto bastante para poner siquiera «ojo al tren, paso sin guarda» en los diez o doce idiomas, que, con la inmigración, se parlan ya allí. Aparte del caló , según mi compadre.