CANTO RODADO
Sólo para votantes
HARTURA tenemos de puñaladas traperas en los plenos y de autobombo de mandatarios que deciden qué, quién, cómo, cuándo y dónde se puede dar información (cámaras de televisión vetadas en la moción de censura de Camps en Valencia, a la que no asiste ni el interesado, y no preguntas en escenografías de encuentros amigables Zapatero-Blair...). ¿Por dónde anda la profesión periodística? No es por dar ideas, pero a los que gobiernan y a los que opositan para gobernar se les debería examinar antes de presentarse de nuevo a las elecciones. Ya, ya, ya... las elecciones son la prueba del algodón de la política en democracia, pero con tanto gabinete de imagen y comunicación (manipulativa) resulta que los elegibles llegan a las elecciones estupendísimos, impolutos, como recién salidos de un spa de esos que la Diputación financia en San Isidro (Matías Llorente hila fino; esparce bien la simiente y con ayuda del biodiésel aprobaría con nota). Pero, decía yo, que la ciudadanía asiste impasible a la privatización de todo; sólo nos queda el aire. En León tragamos por aguantar durante más de una década las obras de remodelación del hospital, mientras a su lado se levantará un hotel y a los enfermos y cuidadores, al igual que a la plantilla, nos cobrarán por aparcar. ¿Habrá que felicitarse de no tener que llevar en el equipaje el bisturí y la botella de suero? El Ayuntamiento de León sabe mucho de negocios de aparcamientos, jardines y pompas fúnebres, pero es incapaz, por ejemplo, de abrir las escuelas deportivas a tiempo. Familias y colegios soportan callados, pacientes e indiferentes la incompetencia. La oferta de ocio saludable municipal es un gran servicio a la ciudadanía, no un regalo del concejal o concejala de turno a los votantes. El Ayuntamiento debería hacer sus deberes y empezar el curso al mismo ritmo que los niños y niñas de la ciudad. Niños y niñas para los que San Froilán no ha existido, salvo en la bucólica foto del programa y una sesión teatral. Fue San Froilán festejado, con buenos aires de tradición, pero a mayor gloria de votantes.