Otra vuelta de tuerca

¿A USTED qué le gusta más acostarse con una señora alta y rubia o con un señor fornido y moreno? ¿A qué años tuvo la tos ferina? ¿Puede decirme si reza tres avemarías por las noches antes de acostarse o lee el Kamasutra en edición de bolsillo? ¿Qué opina de Noemí Cambell? ¿Y de Sharon Stone? ¿Sabe quién aparece en la última portada de Playboy? Vayámonos haciendo a la idea de cuestionarios como éste o similares, si queremos viajar en los próximos meses a Estados Unidos. Porque la lucha contra el terrorismo ha obligado a la primera potencia mundial y faro de la libertad a profundizar aún más en los conocimientos de sus visitantes, hasta el grado de interesarse por su orientación sexual, creencias religiosas y problemas de salud. La vuelta de tuerca que la administración norteamericana va a dar, casi con seguridad, para ejercer un mayor control y para disuadir de viajar a su territorio, denota hasta qué extremo estamos haciendo un camino de retorno al pasado. A los peores tiempos de la guerra fría, de la amenaza permanente y de la falta de diálogo. La CIA, el FBI y Bush y sus compadres ya no se conforman con que les detallemos 34 datos personales, sino que quieren viajar hasta lo más profundo de nuestra intimidad. Por eso quienes aún a día de hoy siguen manteniendo que nuestros mejores compañeros de viaje son los que presumen de Estatua de la Libertad han de explicarnos que tiene que ver la lucha contra el terrorismo, con que un señor se acueste con una señora o con otro señor. A no ser que sea que acaban de descubrir una nueva modalidad de luchar contra el horror. Así que váyanse preparando para lo que se avecina. Y cuando les pregunten si han soñado tener una aventura con Condolezza Rice o con Rumsfeld, díganles que jamás tendrían tan perversa idea. No vaya a ser que les parezca mal y los fichen por viciosos y depravados.