Las vidrieras

AUNQUE no creo demasiado en nacionalismos, minipatrias ni otros fatalismos varios, desencadenantes en última circunstancia de algunas de las mayores barbaridades acontecidas en tiempos recientes, lo cierto es que resulta un motivo de orgullo que el Canal de Historia, estación temática por cable que se ve a lo largo y ancho del globo terráqueo, haya dedicado una magnífico documental a la catedral leonesa y sus espléndidas vidrieras. A mí me pasa lo mismo que a Quasimodo, pues a ambos nos apasionan las catedrales, y la esbeltez y ligereza de la Pulchra leonina, máximo icono turístico y artístico de la capital, muestra una proyección estética de carácter universal, publicitada ahora gracias a la televisión en los hogares de medio mundo. El plato fuerte de nuestro principal recinto religioso, cincelado en base a todo un recital de formas y conceptos, se encuentra naturalmente en las mágicas vidrieras, cuya luz y colorido impregnan a la catedral de increíble solemnidad y armonía. Siguiendo las explicaciones de Manuel Valdés, catedrático en nuestra Universidad, el Canal de Historia repasa el rastro de la narración reflejada en el enorme lienzo dispuesto sobre cristal. La situación del sol a lo largo del día nos conduce, mecidos por la mejor luz gótica, desde los hechos que rodearon la vida de Jesucristo hasta los patriarcales personajes del Antiguo y del Nuevo Testamento. Y como guinda final, esa exaltación de la vida cortesana que podemos contemplar en la increíble vidriera de la cacería o las múltiples viñetas que ilustran la realidad cotidiana de la época. En definitiva, el mejor tesoro espiritual con que contamos los leoneses.