Diario de León

TRIBUNA

La educación de los esclavos

Publicado por
manuel Ángel Morales Escudero
León

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Ha sido una constante de todos los regímenes totalitarios el control de la mente de la juventud, de sus valores. El nacionalsocialismo lo practicó con singular maestría en sus famosos castillos bávaros en los que se formaba a la «mejor juventud alemana». Se les educaba en valores, naturalmente, los del régimen nazi. Lo mismo hizo Franco, Stalin, Castro, y otros enemigos de la libertad. El peligro de querer educar en algo tan subjetivo como los valores es que no todos tenemos los mismos. Así lo que para una persona es una familia para otra no lo es, lo que para cierto sector de la sociedad está bien en política de planificación familiar para otra está mal. Y así sucesivamente... Sólo alguien con mentalidad de dictador, de totalitario, osaría enseñar los valores propios como si fueran los únicos válidos. La enseñanza en los valores de la ciudadanía se debe limitar a las normas de educación y urbanidad y debe ser tanto en la familia como en la escuela, transmitida por todos en cada una de sus palabras, de sus gestos, de sus acciones. No se necesitan textos, ni contenidos preparados por los reclutadores de siervos. Así, cuando llegamos a supuestos valores como los que plantea la nueva Ley de Educación sectaria del gobierno izquierdista, tales como la introducción del paradigma de género, observamos que se quiere ir un poco más allá y adoctrinar a futuros esclavos. Fijémonos en este ejemplo: el paradigma de género que se pretende siente cátedra entre nosotros es una invención del feminismo hembrista del siglo XX y XXI. Camuflado con vestido de igualdad promulga la discriminación y la diferencia entre hombres y mujeres con indudable ventaja para estas últimas y carga de culpabilidad para los primeros. Es responsable de la introducción en España de leyes inoperantes, fomentadoras del odio, inútiles y discriminadoras como la Ley contra la Violencia de Género o la Ley de Igualdad con toda su carga de censura, de odio y de fanatismo hembrista. Y es este paradigma el que tendrán, entre otras lindezas, que aprender los alumnos desde su más tierna infancia. Es decir, un valor de un pequeño sector de la ciudadanía impuesto al resto de los españoles. El resto del currículo de la futura «educación para la esclavitud» -como la ha definido algún columnista- es del mismo sectarismo. Pretenden imponer los valores de un sector de la sociedad al otro. Media España y sus valores contra la otra media y los suyos. El Estado hurta de este modo a las familias el papel fundamental que les corresponde en la educación de sus hijos, en el aprendizaje de valores. Es más, se mofa de los ciudadanos. Se trata de formar legiones de individuos que, como los hipnotizados, respondan al unísono cuando desde el poder político se aprieten los resortes adecuados. Lo hemos comprobado recientemente. Basta con agitar cuatro eslóganes simplistas hasta la saciedad como «No a la guerra», «Palestina libre», «Alianza de civilizaciones» para que los esclavos, en su simplicidad obediente, respondan y den un paso al frente como un solo hombre. Las familias son las verdaderas transmisoras de valores. El hecho de que el Estado pretenda asumir el papel que les corresponde a éstas no es una mera coincidencia, sino el resultado de una política perfectamente planificada. Al perder el individuo su unión con la familia destruida mediante el divorcio, la separación de los padres, las jornadas de trabajo excesivas de ambos progenitores, la pérdida de respeto a la figura paterna¿ Lo único que le queda al hombre desolado es el Estado que abrirá sus brazos de oso para recibir al futuro candidato a esclavo. Asume el Gran Leviatán el papel de padre protector, de defensor de las mujeres, del niño y del anciano. Pero El Estado no busca el bien del individuo, su bienestar y felicidad sino su dominación, su sometimiento y su obediencia. La escuela no puede educar ciudadanos si a la vez El Estado que las patrocina pretende destruir la institución de la familia. Y de hecho, no es su intención educar como hemos apuntado: Su pretensión, su último anhelo, es la formación de siervos que simplemente le obedezcan como un rebaño de fieles ovejas.

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