Diario de León

LA ASPILLERA

España incomprensible

Publicado por
VICENTE PUEYO
León

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«LOS movimientos del corazón son dos: de rotación alrededor de sí mismo y de traslación alrededor del cuerpo». «La Catedral de León fue construida por los romanos, gracias a un arquitecto americano». «Fe es lo que nos da Dios para poder entender a los curas»... Estas respuestas maravillosas, auténticas perlas rescatadas por profesores de exámenes de instituto, nacen, más que del cerebro, del corazón desbocado de unos mozalbetes de trece o catorce años. Un despiste cósmico que sería solamente divertido si no enlazara con un sistema educativo manifiestamente mejorable y con una España progresivamente incomprensible que se nos escapa de las manos. Es este caldo de cultivo el que explica lo inexplicable como que un libro de 2º de la ESO, de Geografía e Historia, dedique su primera página al «Equinoccio Park» de Valladolid. Las cuestiones incorporadas a esta página asombrosa no hacen sino alimentar la perplejidad: «¿Cuándo se abrió al público el parque de Ocio y Comercio Equinoccio Park? ¿Consideras que este tipo de parques puede tener éxito?». El markéting llega a la ESO; reality pura y dura. Todo un proceso de inmersión, en pelota viva, en el crudo macroescenario comercial que nos circunda. La propia palabra «geografía» tiembla en el pórtico del libro al comprender que ese no es su lugar. Como se sonroja la palabra «historia» en cualquier otro volumen de los que circulan por nuestros centros y en los que resulta prácticamente imposible encontrar, por ejemplo, que León y Castilla fueron dos reinos distintos... Claro que, en lo que concierne a la tergiversación de la historia, en estos lares somos unos pobres aficionados. Los prodigiosos saltos en el vacío («la historia, la realidad, comienza donde a mí me interesa»), junto con los contenidos parciales y, en demasiadas ocasiones, decididamente tendenciosos, son moneda corriente no sólo en las ikastolas (donde se ha hecho y se hace un tenaz esfuerzo por excluir cuanto signifiquen lazos comunes), sino en la mayoría de las comunidades donde los escolares se quedan con meras pinceladas inconexas de una realidad que sólo puede llega a comprenderse si se considera como un todo. No hay, desde luego, un país en el que los poderes políticos hayan actuado con tanta irresponsabilidad, y con tanto descaro, al utilizar la ignorancia sobre el pasado en beneficio de sus cortos intereses. Una burda manipulación que delata que la política ya no es el espacio reservado a los mejores. Se acabó la aristocracia de los honrados y palabras como estadista (aquel que no piensa en su generación sino en las que vienen) apenas tienen sentido. No es ninguna tontería la denuncia que ayer se hacía desde las páginas de este periódico en relación con los contenidos de determinados libros de texto. Seguramente no faltarán los partidos que intenten llevar el agua a su molino pero el fondo de la cuestión va más allá de las batallitas políticas. Algunas veces he recordado lo que un día me dijo, un tanto apesadumbrado, Eutimio Martino, ese sabio escondido entre un mundo de palabras-río que conducen a otras palabras: «Lo que ocurre es que aquí no interesa la verdad». Y así nos va en este país de mentirijillas.

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