Diario de León

LA VIDRIERA

Proliferación nuclear

Publicado por
ANXO GUERREIRO
León

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UNO DE LOS HECHOS que ha aportado más luz para poder comprender el nuevo modelo de relaciones internacionales ha sido la diferente actitud que el Gobierno norteamericano ha adoptado con Irak y con Corea del Norte. A diferencia del Gobierno iraquí, el de Corea del Norte ha expulsado a los inspectores de Naciones Unidas, reconoce desde hace tiempo que dispone de un programa de armas nucleares, todo indica que acaba de realizar una prueba atómica subterránea y ha anunciado la posibilidad de retirarse del Tratado de No Proliferación para proseguir su programa nuclear libre de las restricciones que impone dicho tratado. ¿Por qué, entonces, Estados Unidos recurrió a la fuerza en el caso de Irak y en cambio postula la diplomacia con Corea del Norte? Sencillamente, porque en Irak, como ha quedado fehacientemente demostrado, Estados Unidos no pretendía la eliminación de armas de destrucción masiva, sino la obtención de ventajas económicas y estratégicas largamente perseguidas por Washington. Pero también, y esto es lo verdaderamente dramático, porque la existencia de armas nucleares en Corea ha sido el factor que ha disuadido al Gobierno de Estados Unidos de emprender una acción militar y le ha aconsejado la vía diplomática. Si esta conclusión es cierta, y todo indica que lo es, supone que caminamos aceleradamente hacia un modelo de relaciones internacionales en el cual los poderes económico y militar son indisociables. Naturalmente, todos los Gobiernos del mundo han tomado buena nota de estos datos, generándose vigorosas reacciones opuestas a la voluntad unilateralista de Estados Unidos. Desgraciadamente, todo ello ha desencadenado ya una irracional carrera armamentística, incluida la incontrolable proliferación nuclear, de incalculables consecuencias para nuestra seguridad colectiva y de devastadores efectos para la lucha contra la pobreza y la marginación que padecen centenares de millones de seres humanos en todo el planeta. Hace unos años fueron India, Pakistán e Israel los países que se sumaron al club nuclear. Ahora siguen la misma senda Corea del Norte, Irán y Egipto. Así pues, ha llegado el momento de que los ciudadanos del mundo asuman un hecho evidente: el actual modelo de relaciones internacionales es un callejón sin salida que no protege a los pueblos de la atroz posibilidad de una guerra nuclear. Si realmente se quiere alejar definitivamente esa amenaza, EE. UU., al igual que otros Estados que poseen armas nucleares, deben demostrar voluntad política para establecer negociaciones serias que conduzcan a la limitación de esas armas y a su total desaparición en el futuro, incluidas, claro está, las suyas propias, tal como exige el Tratado de No Proliferación Nuclear. Cualquier otra solución es simplemente una tomadura de pelo.

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