Ruido en el Palacio de los Guzmanes

POR LAS PISTAS blancas descienden en zig-zag los deseos. La nieve seda los impulsos grises cuando no están en juego intereses de ladrillo y hormigón. Si aparecen, su tufo invita a sospechar que algo huele a podrido en la sede de la Diputación Provincial. El escándalo suscitado por la adjudicación de las obras para el complejo deportivo en la estación invernal de San Isidro no va a quedar sepultado por un alud de nieve aquietada entre lagos, ya sea de Isoba o de Salencias. El silencio de la nieve entre lagos es pleno. Contrasta con el ruido creciente en el Palacio de los Guzmanes. Un ruido ya sin sordina porque hay denuncia en el juzgado de una de las empresas concursantes. Cualquier intento de enterrarlo será inútil y viene a afear el mandato de Javier García-Prieto, cuando probablemente él nada tiene que ver. Según vocea la oposición son tres los implicados: el diputado y corregidor de Puebla de Lillo, Pedro Vicente; el sempiterno Cipriano Elías, alias Pano, quien corta el bacalao en todas las legislaturas, y el también clásico arquitecto provincial. El presidente de la institución, Javier García-Prieto, tiene quizá la mejor imagen pública de todo el arco político provincial. Ha pastoreado laboriosamente durante toda la legislatura a un grupo de diputados que no se merecía, en el que se encuadran auténticos mastines de la política provincial, un par de críticas -las dos son muejres- con la dirección del PP y algún señorito de pueblo. Conviene a Javier García-Prieto dejar bien claro que él no tiene nada que ver con los tejemaneges de algunos diputados del equipo de gobierno y funcionarios de élite. Yo creo a pies juntillas en la honorabilidad y honestidad de García-Prieto. No debe permitir el mínimo lunar, aunque sea el de una mosca que se posó sobre el portafirmas. Entorno este cuarterón y abro otro de más luminosidad. Mi compañero, y además amigo, Luis Artigue, ponía ayer el dedo en la llaga al señalar los peligros que se cernían sobre la continuidad de Leer León y de consolidar la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil. He de remachar, no para contradecir, sino para avalar, algunas de sus apreciaciones. Hace menos de un mes, el Gobierno de la nación estuvo vendiendo esta Feria en Macao (China) para convertirla en referente mundial. Si el Gobierno de la nación pone el esfuerzo de relaciones diplomáticas, de contactos y el dinero, también debe de poner al frente de esta feria a unos gestores auténticamente profesionales que aseguren su futuro. Sería intolerable que se repitiera la chapuza de la pasada edicción, dejándola en manos de unos concejales incompetentes y paletos y de unos amiguetes que se dedican a improvisar. Y que son meros aficionados. El Ministerio de Cultura ha de tomar las riendas con todas las consecuencias. Alguien debe decírselo a la ministra Carmen Calvo, que estará en nuestra ciudad abriendo el congreso sobre literatura leonesa que apadrina este periódico. Es demasiado importante para León sonsolidar la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil como para repetir improvisaciones. Unas improvisaciones que, además, se verán contaminadas por la inminencia de la campaña electoral municipal y autonómica.