Diario de León
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León

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Homenaje póstumo a Segismundo Crespo «Vivir en los corazones que dejamos tras nosotros, eso no es morir». A. Machado. Fue un verano en Alija de los Melones. Aquel día: 'les ganamos al dominó! Hace muchos años... y en el «Bar de Sardo». Padres contra hijos: Segis y yo contra su padre y el mío -invencibles hasta ese día- y les ganamos siguiendo sus sabias, prácticas y repetidas enseñanzas...: «Seis que tires, seis que te embadurno», «La mano matarás, tengas o no tengas más» o «Con buen carallo, bien se fode...». Al filo de su fallecimiento afloran en mi memoria unos recuerdos que estaban como dormidos entre la niebla del tiempo. Admito que siento una evidente tendencia, quizá ineludible necesidad, a redactar unas líneas necrológicas sobre el amigo de siempre, el referente entrañable de la infancia que nos deja: una exigencia que me dicta el corazón y a la que difícilmente puedo sustraerme. A Mundo, el eterno amigo de la familia, jamás dediqué, públicamente, unas letras de lisonja a su persona. Ahora que no puede complacer sus oídos con la justa admiración y cariño que toda la familia le profesaba, me veo en la imperiosa necesidad de evocar su recuerdo, quizá torpemente, pero con el mayor sentimiento. Desde que tengo uso de razón, Mundo formó parte siempre de mi familia. Quinto de mi padre y amigo entrañable -hubiera cumplido cien años en noviembre- admiró siempre su habilidad y su destreza. La caza y la pesca no tenían secretos para él. Era un hombre de recursos y de familia. Adoraba a sus hijos y la disciplina. Recuerdo que siempre, al regresar de la escuela con mi padre, entrábamos al pequeño taller de zapatero donde él dominaba los secretos de «la pez», del «cudillo» y del cuero y generosamente satisfacía mi curiosidad. Yo deseaba que llegara aquel momento de cada día donde siempre Mundo me sorprendía con su ancestral sabiduría popular. A veces no podía ser porque estaba «curando» a alguien del pueblo que se sometía a sus poderes terapéuticos. Su vitalismo se recreaba en la amistad, pensando, como Cicerón, que vivir sin amigos no es vivir. Siempre le admiré: el Mundo-padre supo inculcar a sus hijos -Segis, Leandro y Mari- el amor al trabajo como única ruta honesta en el ejercicio de cualquier profesión. Su espíritu asomaba a unos ojos vivos, brillantes, escudriñadores; unos ojos inquisitivos, que admitían siempre la posible razón del interlocutor, como si supiera que, en lo humano, nada absoluto existe en las propias y ajenas razones. Mundo producía físicamente la sensación de escudriñar la semilla de la vida como la hace el labriego para lanzarla a la sementera. A su vez, su enorme humanidad le nimbaba con ese aura especial al que Unamuno aludía en «Don Quijote y Sancho». Había en él una cierta inquietud que impresionaba. No hizo misterio de su vida, sino claridad. Por ello, todos sus amigos saben lo que le deben y son como razones vivientes de su presencia en el recuerdo. Uno de los hombres más vitalistas que he conocido. Con Segismundo Crespo, el entrañable Mundo, he hecho realidad la sentencia que me enseñó mi padre -su íntimo amigo- de aquel pensador calvinista del siglo XVII, Pierre Bayle: «Un hermano es un amigo que nos da la naturaleza; un amigo es un hermano que nos da la sociedad». Los Cadierno Carpintero, hemos tenido la inmensa fortuna de que un amigo se transformara en un hermano, y hoy, el inmenso dolor de perder ese hermano y maestro. Descanse en paz. Moisés Cadierno Carpintero (Barcelona). Es aso mbrosa la pasividad con que los leoneses tratan a su comunidad. Todo esto lo expreso visto desde fuera, porque yo soy alicantino. Es impresionante que una comunidad como la leonesa una de las regiones con más historia y gloria de España no defienda con más ahínco su personalidad y su historia, que se haga valer; otras regiones con menos razones lo hacen. Son, para mí, la región-autonomía con más razones para exigirlo; ¿qué es eso de Castilla y León?. Cuando no Castilla-León como dicen algunos; creo que apreciarán la diferencia. Ese guión en medio hace mucho daño. Ánimo pues y luchen por lo suyo, democrática y pacíficamente por supuesto. Luis Ardón (Alicante). Daniel (Ponferrada; edición digital).

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