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Publicado por
JAVIER TOMÉ
León

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LA ÚNICA lección que los españoles hemos aprendido del pasado es que no aprendemos las lecciones del pasado. Ello viene a cuento del fuego graneado sufrido por la ley que pretende recuperar la memoria histórica, referida a todos aquellos derrotados en la Guerra Civil que debieron vivir durante décadas al sur de cualquier esperanza. El concepto capital de la transición iniciada tras la muerte del general Franco se basaba en la reconciliación entre los supervivientes del conflicto que arrasó España a sangre y fuego a partir de 1936, una suerte de amnesia moral que pretendía hacer tabla rasa con lo sucedido anteriormente para iniciar, juntos y en buena armonía, el camino de la democracia y las libertades públicas. El miedo a hurgar en el pasado y resucitar odios ascentrales posibilitó una cultura de borrón y cuenta nueva, todo con el fin de asentar las nuevas instituciones nacidas de la voluntad común de mirar hacia delante en un marco de convivencia, concordia y buen rollito. El problema es que la Guerra Civil fue una verdad sembrada de cadáveres y de otro tipo de víctimas colaterales. Entre los damnificados se cuenta don José Pacios, uno de los centenarios homenajeados por nuestro periódico al coincidir la fecha de su nacimiento con la aparición del Diario de León en el mercado periodístico local. Su vida estuvo marcada por los trágicos acontecimientos de 1936, incluyendo varias estancias en la cárcel, y son sus palabras, «sólo por defender la libertad y mis opiniones». Una persona, en fin, que merece todo el reconocimiento por ser símbolo de aquel proyecto de modernidad ética que pasó a peor vida a causa de los totalitarismos emergentes.

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