Diario de León
Publicado por
ENRIQUE SOTO
León

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ME he encontrado en el Diario de León del 10 de septiembre con una columna de César Gavela en la que el escritor argumenta contra la autonomía leonesa. No he podido reprimir el impulso de responderle. Para empezar he de aclarar que el movimiento leonesista, ya sea en la UPL o en el Prepal, nunca aboga por la autonomía uniprovincial. En los estatutos de ambos partidos se habla del País Leonés o Región Leonesa tal como la define desde 1833 la misma disposición legislativa que estableció las provincias actuales y que no ha sido derogada por ninguna otra disposición posterior. Es decir, León son tres: León, Zamora y Salamanca. De hecho, la UPL y el Prepal tienen presencia en las tres provincias leonesas. Siempre que los leonesistas hablamos de León en cuanto Región nos estamos refiriendo a León en cuanto triprovincial. Por tanto, la manifestación del día 29 no es por la autonomía provincial, ni la moción que estamos presentando en los ayuntamientos es pensando en la autonomía de la provincia; todo ello es por la autonomía de León. Pretende César Gavela reducir los argumentos leonesistas a dos: que fuimos reino y que somos diferentes de Castilla. Es una simplificación que no considero acertada. Es cierto que fuimos reino y que de la trascendente aportación que como tal hicimos a la historia de España hemos dejado en el escudo nacional nada menos que un cuarto del mismo. Pero el derecho a la autonomía no proviene de la historia, sino del presente, de la actual constitución vigente desde 1978. En ella no se reconoce el derecho a la autonomía a los antiguos reinos, no. La Constitución dice que con la intención de proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, con la intención de proteger sus culturas y tradiciones, con la intención de proteger sus lenguas e instituciones propias, se reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que integran España. Todo ello dejando a salvo la solidaridad entre ellas y la indisoluble unidad de la Nación española. Respecto al otro argumento de que somos diferentes he de decir que no es un argumento de peso; ni el que lo seamos a favor ni el que no lo seamos en contra. Todos somos diferentes en algo e iguales en la mayoría de los rasgos. Es más lo que nos une que lo que nos diferencia de los gallegos, de los asturianos, de los navarros, de cualquiera de los españoles, también de los castellanos. Pero todos tienen su propia autonomía menos los leoneses, y los castellanos. Aunque ellos van a gusto en la burra y nosotros somos los perjudicados. Después intenta argumentar contra la autonomía leonesa con otras dos «grandes fallas», que dice él: la primera que dos de las tres provincias leonesas -Zamora y Salamanca- no quieren saber nada de esa hipotética autonomía leonesa. La segunda que no somos tan diferentes como para justificarla. Respecto a que no seamos tan diferentes, asunto al que César Gavela, dedica tres cuartas partes de su artículo, no voy a añadir nada más a lo ya expuesto más arriba porque no quiero emplear más tiempo en un tema tan insustanc ial. Más interesante es darse cuenta de que cuando Gavela dice que las provincias leonesas de Zamora y Salamanca no son partidarias de la autonomía leonesa implícitamente está diciendo que la de León sí lo es. Ésta es una certeza que se respira, está en el aire y a nadie se le oculta. Lo grave es que aún así, el Sr. Gavela y los mandamases del PP y del PSOE leoneses están en contra, sometiéndose de es ta manera a los intereses de los mandamases de Valladolid a los que obedecen. ¿Dónde está la democracia? Creo que está en manos de quien no cree en ella. Dice Gavela que una autonomía leonesa sin Zamora y sin Salamanca sería «León sin León», León sin la mitad de los leoneses. En eso lleva razón. El caso es que lo mismo le pasa al antiguo reino de Toledo, antes Castilla la Nueva y ahora Castilla-La Mancha. Resulta que la mayor parte de sus habitantes se le han quedado fuera, en Madrid. Algo así le ha ocurrido a Murcia al pasarse Albacete a Castilla-La Mancha. Algo así le ocurre también a Castilla la Vieja, la que ahora comparte autonomía con León. Resulta que dos de sus tradicionales provincias se le han quedado fuera, se han constituido en autonomías uniprovinciales, sin haber sido reinos y sin ser tan diferentes, y, por cierto, les va de maravilla. Según el dicho popular «más vale solo que mal acompañado». Veintitrés años de autonomía conjunta nos han demostrado a los que conocemos el presente que, para León, Castilla es una mala compañía. Los que conocen la historia de los mil años anteriores tienen más evidencias para llegar a la misma conclusión. Algún día sabremos lo que decidirán los leoneses de Zamora y de Salamanca cuando tengan que optar entre seguir dependiendo de una autonomía conjunta con Castilla, fuertemente centralizada en Valladolid, y una autonomía leonesa cierta, no hipotética, una autonomía descentralizada tal como propone en estos día la UPL en el debate de la reforma del estatuto. Algún día lo sabremos, si la voluntad de los leoneses logra abrirse c amino en esta imperfecta democracia.

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