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Publicado por
GONZALO PARENTE
León

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UNA VEZ confirmada la veracidad de la explosión nuclear subterránea, con una potencia de un kilotón (1.000 toneladas de TNT), parece que Corea del Norte ha alcanzado el umbral nuclear. Sin embargo, todavía no tiene la capacidad ofensiva suficiente para que pueda amenazar a los países vecinos, Corea del Sur y Japón. Es decir, hay un margen de maniobra estratégica para la diplomacia. Cuando el máximo organismo de seguridad, en el que figuran con derecho de veto Rusia y China, sus máximos valedores, ha decidido por unanimidad aplicar un régimen de sanciones previsto en el artículo 41 de la carta, quiere decir que hay un peligro para la paz mundial. Así, se establecen sanciones de carácter económico, no militar, pero prohíbe cualquier clase de comercio con Corea del Norte que tenga relación con el armamento nuclear o convencional. El líder norcoreano Kim Jong Il ha reaccionado violentamente, amenazando con declarar la guerra a cualquier país que participe en las sanciones. A su vez, tanto China como Corea del Sur se han ofrecido para continuar con el envío de alimentos y les piden que regresen a la mesa de las negociaciones. Pero lo que quiere el líder norcoreano es el trato directo con EE.UU., cosa que los norteamericanos no desean porque ello supondría aceptar el chantaje nuclear, con la pérdida de la iniciativa estratégica. Por otro lado, se propone una segunda opción, que es iniciar negociaciones por vía indirecta. En efecto, el antiguo secretario de Estado, James Baker, sería el encargado de ofrecer relaciones económicas a los norcoreanos con tal de que abandonasen la escalada. El reto de la prueba subterránea ha conseguido el efecto buscado de la disuasión nuclear, porque ante la respuesta sancionadora de la ONU se deja entrever que el verdadero peligro está en la posibilidad de que una bomba atómica pueda caer en manos terroristas.

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