El Museo de Sabero

A COMIENZOS de los noventa, con el abandono de la empresa Hulleras de Sabero, el valle de Sabero entró en una crisis irreversible, económica y demográfica. Como alternativa, el gobierno regional declaró BIC la Ferrería de San Blas en 1994 -fue el primer horno alto al coque de España-, y poco después pensó en la construcción de un Museo de la Minería y la Siderurgia, que fuera una especie de motor para el desarrollo del valle y tirara de los otros recursos naturales de la comarca, dado que podrían ofrecer una buena oferta turística, utilizando para ello las magníficas instalaciones de la ferrería de San Blas y las piezas conservadas por el ayuntamiento. Para la realización del Museo, en febrero de 1996 la Junta de Castilla y León aprobó el anteproyecto de Alfonso Valmaseda, arquitecto que proyectaba crear una mina imagen y un museo en el edificio de la ferrería. En octubre de ese año salió a concurso el expediente para la rehabilitación de las obras, y como paso previo en julio de 1997 se encargó un estudio arqueológico a la empresa Talactor, que lo realizó entre 1998 y 1999. En el mes de febrero de 1998 se aprobó el expediente para la contratación de las obras de la primera fase de restauración de la ferrería por un valor de 251 millones de pesetas (de un total de 1.500 millones en que se presupuestó el conjunto del proyecto) y el 27 de julio de ese año se iniciaban los trabajos. Los hallazgos arqueológicos y una demanda del colegio de arquitectos contra la adjudicación irregular de las obras a Alfonso Valmaseda paralizaron las mismas. Incluso en agosto de 2000, el TSJ de Castilla y León anuló la adjudicación y el contrato de la obra. Todo ello, y algunas cosas más, como las protestas contra el cubo construido delante de una de las fachadas de la ferrería, provocaron que hasta marzo de 2004 no se reanudaran los trabajos, que ahora prácticamente ya han concluido definitivamente. Al mismo tiempo, la Junta sacó a concurso el proyecto museístico, que adjudicó a una empresa catalana de la que era coordinador Albert Roig. Dicho proyecto contempla la creación de un Museo que debe integrar la Ferrería de San Blas, el grupo minero Sucesiva y otras instalaciones cercanas. Por otro lado, las piezas conservadas para la realización museográfica, que se salvaron de la destrucción de la empresa y el pillaje de la gente, estaban prácticamente sin catalogar. Desde 1973, organizado por Juan Manuel Fernández-Llana y John Arthur Knigt existía un pequeño museo en dependencias de la Casa de la Cultura. Por inicitiva del ayuntamiento y de la Asociación de Amigos del Museo de Sabero, Isidro Delgado y Fernando Miguel realizaron una nueva exposición museística, que se inauguró en abril de 1993. Este pequeño museo cuenta con algunas piezas de interés. Además, en los talleres de Vegamediana, en el Matadero y otras dependencias se guardan máquinas y herramientas, todas las cuales, por encargo del Servicios de Museos de la Junta fueron inventariadas por quien firma este comentario en el verano de 2005. El Museo es un proyecto a largo plazo, que requerirá importantes inversiones monetarias, y una secuencialización y programación de las actuaciones. Pero un museo como el diseñado exige que sea un proyecto en el que se implique el pueblo y no sólo la Junta de Castilla y León. Solo así se podrá conservar todo este conjunto de notables instalaciones mineras y siderúrgicas. La primera fase de la musealización ha sido encargada estos días a la empresa Empty, que dirige Emilio Mínguez, lo que sin duda es una buena noticia pues cuenta con un reconocido prestigio, ya que ha montado en España más de treinta importantes museos, incluido el de León. El objetivo de esta primera fase, con presupuesto tres millones de euros, es únicamente la musealización de la ferrería de San Blas, en la que se expondrá mediante piezas originales, maquetas, audiovisuales y fotos, lo que ha sido la actividad minera y siderúrgica en nuestra comunidad, especialmente en el valle de Sabero. Ahora por fin creo que habrá un Museo de la Minería.