CUARTO CRECIENTE
El general sincero
EL GENERAL del Reino Unido, Sir Richard Dannatt expresó hace unos días al periódico Daily Mail que las «tropas británicas exacerbaban los problemas de seguridad de Irak y que, por lo tanto tendrían que retirarse pronto.» Por si fuera poco, añadió que la «planificación para después de la ofensiva inicial, estaba más basada en el optimismo que en una planificación sensata». Semejantes comentarios no sólo revolucionaron al país isleño sino que provocaron una sacudida en Estados Unidos. Dannatt tuvo que ser defendido por el primer ministro, Tony Blair, quien, en primer lugar manifestó que sus declaraciones habían sido, obviamente, sacadas de contexto y, en segundo lugar que, apoyaba totalmente el fondo de sus comentarios puesto que la postura de su gobierno era la de salir, lo antes posible de Irak, una vez el trabajo allí hubiera rematado. Siguiendo la tónica de las declaraciones del general, los coroneles Tim Collins y Bob Stewart, antes destacados en Irak, refrendaban sus palabras, mientras algunos políticos criticaban la «libertad y ligereza» con la que un militar comentaba un asunto tan delicado. Sin embargo, la opinión generalizada del público británico es que Dannatt, un hombre directo y sin «pelos en la lengua» sólo estaba diciendo la verdad sobre una intervención precipitada que nunca consideró las dificultades derivadas del desmantelamiento de las fuerzas de seguridad autóctonas ni la sangría que, el conflicto entre sunnitas y chiítas, mantenido bajo control durante años de dictadura provocaría. La situación de las tropas extranjeras en Irak es precaria, no están bien vistos por sus abusos y por su incapacidad para garantizar la seguridad de la población. El desánimo flota entre los soldados y la impotencia entre los mandos, eso es lo que pasa cuando se hace una chapuza, se intenta tapar un problema pero sólo se logra que surjan muchos más.