EL REINO DE LA LLUVIA
ETA en Europa
EN EL Parlamento Europeo hablamos y discutimos sobre los kilos de remolacha que pueden cultivar nuestros agricultores, o sobre el tamaño de las merluciñas que pescan nuestros marineros. En ocasiones nos hablan de lo mal que va a estar el mundo dentro de ciento cincuenta años, lo que nos preocupa a todos un montón. Y hace sólo unos días, en la Comisión de Asuntos Jurídicos, analizaron un informe sobre la propuesta de Directiva del Consejo relativa a la lucha contra el piojo de San José. Tal cual. Pero el Parlamento Europeo no puede debatir sobre el proceso para la normalización en Euskadi porque eso supondría internacionalizar el conflicto vasco, darle alas de los terroristas, legalizar Batasuna y, en definitiva, rendirse a los asesinos. Es lo que dicen los hooligans que cada día nos amenizan el desayuno, la comida, la merienda y la cena con unos vaticinios enloquecedores tras los cuales sólo se esconde una obsesión. Que no sea Zapatero el que acabe con ETA. Porque precisamente de lo que se trata es de internacionalizar el conflicto vasco. De que todo el mundo vea, entienda y sepa, que aquí hay unos tipejos que quieren amargarnos la vida porque no se han enterado que este es un país democrático y que los acuerdos se toman por mayoría y metiendo el voto en unas cajitas de cristal. Lo que hay que hacer es internacionalizare el conflicto vasco para que luego nadie nos diga que aquí no se respetan los d erechos humanos. Ni que ETA es un movimiento de liberación nacional, como dijo no sólo el ex Aznar, sino alguna organización internacional. Lo que hay que hacer es llevar nuestros problemas a las instituciones que nos representan. Y que sepamos, a día de hoy aún formamos parte de Europa. Por eso oponerse al debate de hoy en Estrasburgo resulta incomprensible. Sobre todo porque lo hacen los mismos que se pasan horas y horas debatiendo informes sobre la radionavegación por satélite o propuestas relativas a la glucosa y la lactosa. Que, por lo visto, son más importantes que el que unos descerebrados sigan pegando tiros en la nuca.