La batalla de hoy en Estrasburgo

¡QUÉ DIFÍCIL enjuiciar lo que ocurre hoy en Estrasburgo! Estamos tan bombardeados por los partidos, que resulta casi imposible el análisis neutral de las posiciones que se enfrentan en el Parlamento Europeo. Sólo quien coincida totalmente con el PP puede mostrarse radicalmente contrario a ese debate. Y sólo quien tiene confianza ciega en Zapatero puede celebrar con entusiasmo que ese debate se celebre. Cuando alguien se queda en un territorio intermedio, valorando las razones de Rajoy y haciendo un esfuerzo por entender los argumentos socialistas, es condenado por tibio, indefinido o falto de compromiso. Pues lo siento mucho, pero es mi caso. Cada una de las dos fuerzas políticas que hoy se enfrentan merecen por adelantando un sí, un no y una duda. Comienzo por el gobierno. Su esfuerzo por avanzar hacia el final dialogado merece apoyo. Mientras no haya evidencia de concesiones a Batasuna y a ETA, este cronista no tiene argumentos para oponerse. Y, desde luego, la resolución que hoy se vota es digna, no humilla al Estado, ni ofende a las víctimas. Cualquier partido la podría votar, si no estuviéramos tan envenenados. El dato negativo es el que señala el PP: al llevar este asunto al foro europeo, se cede a la aspiración de ETA, que es llamar la atención internacional y convertir su lucha criminal en una cuestión política. Y de ahí surge la gran duda: ¿cuál es el beneficio que obtiene el objetivo de la paz? Hasta ahora, nadie lo ha explicado. Respecto al PP, el elogio consiste en alabar su coherencia: si se opuso al diálogo en el Congreso, sería ilógico esperar lo contrario en Estrasburgo. El PP desconfía de las intenciones de ETA, porque ya fue burlado en la tregua anterior. Recoge, además, los sentimientos de las víctimas, y no puede hacer un discurso que contradiga el célebre «no en mi nombre». Y está instalado en una oposición radical al diálogo, que es honesta, aunque a veces parezca repleta de intención electoral. El «no» es que trate de presentar todo esto como una rendición del Estado, cuando no hay ni el menor asomo en la resolución que hoy se votará. El mismo PP aprobó procesos de diálogo en otros países, y ahora muestra una cicatería que siembra incertidumbres de futuro. Y la duda es a qué conduce una actitud tan radical, si al final el proceso de puede cerrar con éxito y, de momento, se consigue que no haya un solo muerto. Así están las posiciones. El cronista todavía no sabe con quién quedarse. Los hechos externos, como ese robo de armas en Francia, indican lo peor: que, si ETA ha sido la autora, esta banda se está rearmando. Es decir, que no tiene intención de dejar de matar. Ese es el problema real, y no lo que se vote hoy en Estrasburgo.