Diario de León

EL BALCÓN DEL PUEBLO

El día de los economistas

Publicado por
JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

Creado:

Actualizado:

LA LLUVIA continúa insistiendo. Después de tantos meses sin una lágrima, ahora no cede su protagonismo. Ha llenado los ríos de maromas líquidas derribando puentes, saliéndose de madre. Hay dificultades en media provincia. Y en el miércoles de lluvia, a veces aquietada, otras irritada, otras noticias rivalizaron en asumir portada. Yo creo que fue el día de los economistas. El Colegio de León falló el Premio Fernando Bécker Gómez al mejor economista de empresa. Y recayó en José Gabriel González Arias, bañezano que gana el pan y el vino como consejero delegado de Corporación Voz. Dicen los miembros del jurado que le han otorgado el premio en consideración a sus méritos. Seguro. Pero podrían haberlo hecho también por su condición de currante empedernido. Porque José Gabriel es de los que dejan las pestañas en sus tareas. Le conozco desde antes de estrenar su primer pantalón largo. Incluso fui su profesor cuando cursaba tercero de bachillerato. Traté tanto o más a su padre, maestro de escuela en los pueblos periféricos de La Bañeza y comerciante de éxito en la Plaza Mayor. Hoy celebro con entusiasmo, sin dobleces, este reconocimiento. Y lo hago a ciegas, ya que mi «pondus» de economista de empresa es «cero patatero». No creo que se asemeje, ni de coña, a la definición apócrifa recogida en el florilegio de frases envenenadas: «Un economista es aquel que diagnostica hoy lo que pasó ayer». José Gabriel es el caso opuesto. Ve crecer la hierba y sabe cuándo y cómo hay que abanarla y cortarla. Desde la distancia, le envío un abrazo quebrantahuesos. Enhorabuena. Y como era el día de los economistas, ayer el PSOE finalizó el culebrón para designar al candidato a alcalde de Madrid. El encargo recayó en Miguel Sebatián, asesor económico de La Moncloa. Sin duda ha tenido que intervenir el presidente Rodríguez Zapatero, ante la incapacidad de la Federación Socialista Madrileña para buscar un candidato de peso que se midiera a Ruiz Gallardón. La película viene de lejos. Trinidad Jiménez no resultó ser una buena candidata en las anteriores elecciones. Gallardón la humilló en las urnas y tampoco fue una portavoz eficaz de oposición al equipo de gobierno municipal. A partir de ese momento comienza un rosario delirante de improvisaciones para que Javier Solana primero, y después José Bono, encabecen la candidatura, a lo que los aludidos se niegan. El colmo del disparate se produce cuando a algunos dirigentes madrileños se les ocurre la estrafalaria idea de que María Teresa Fernández de la Vega abandone la viecepresidencia para ser candidata. Esto provocó, a su vez, una campaña dentro del propio PSOE, a través de «esemeses» contra semejante desvarío. José Luis Rodríguez Zapatero tuvo que intervenir para cortar por lo sano y proponer un candidato definitivo. El PSOE no podía seguir en ese asunto dependiendo de improvisaciones y de inexpertos que sólamente conseguían filtrar estupideces a los medios de comunicación y perjudicando la imagen del partido, que ha llegado incluso a afectar hasta al Gobierno. Todo el proceso socialista para designar al candidato a la alcaldía de Madrid ha sido un ejemplo de torpeza y de improvisación. Y de pìsotear la vida orgánica. Pero el día, digo, tuvo el protagonismo de la lluvia y de los economistas.

tracking