Lo peor: que no servirá para nada

HACE dos días, este cronista se atrevió a diagnosticar aquí: «Ése (el robo de pistolas en Francia) es el problema real, y no lo que se vote en Estrasburgo». Lamentablemente, sigue siendo así. Que una banda terrorista se dedique a robar revólveres y pistolas indica que está actuando como dice el gobierno que trabaja la policía: como si el llamado proceso de paz fuese a fracasar. Lo malo es que cuando los asesinos se aprovisionan de armas, no es para garantizar la seguridad de los ciudadanos. Es para matarlos. La nueva situación es tan seria y grave, que el siempre optimista Rodríguez Zapatero tuvo que reconocerlo y anunciar que el robo «tendrá consecuencias». En qué consecuencias está pensando el señor presidente, es algo que sólo él sabe. Pero es evidente que la banda asesina ETA ha enriquecido su arsenal, y con tal proclamación de intenciones de quien ha matado tanto, no es posible sentarse a hablar. Se puede hacer la vista gorda ante los chicos que queman autobuses y cajeros. Incluso se puede entender, nunca justificar, la extorsión a empresarios, porque es la forma de vida de los forajidos. Pero España no está tan desesperada como para hablar de condiciones con quien acaba de robar tal número de armas y ahora posee 350 pistolas apuntando a nuestras nucas. Tienen razón, por tanto, quienes dicen que el «proceso» está en crisis. Lo único que personalmente no entiendo es esto: si don Jaime Mayor Oreja y sus compañeros de partido aseguran que el debate de Estrasburgo sólo benefició a ETA, ¿por qué la misma ETA lo intentó abortar con ese robo? Está claro que la lógica de los terroristas no tiene nada que ver con el sentido común de los políticos. La única explicación que se me ocurre es que el conglomerado Batasuna-ETA ha querido jugar dos partidas simultáneas: la del miedo y la de política internacional. Si es así, y lo parece, es cierto que le salió bien, con una salvedad: por esa vía no se camina hacia el éxito final. El «triunfo» de Estrasburgo ha sido, de todas formas, muy pequeño para todos. Para el PSOE, para el Partido Popular, y también para los batasunos. Para los socialistas, porque los «noes» y las abstenciones sumaron más de la mitad de la Cámara. Para el PP, porque, pese a todo, no consiguieron derrotar la moción socialista. Y para Batasuna, porque en el texto aprobado no hay nada de lo que ellos piden, que es la territorialidad y el reconocimiento de la autodeterminación. Nada de nada. Y cuando levantan esos trofeos, mienten y falsifican la realidad. ¿Y saben lo peor? Que, por todo ello, Estrasburgo no sirve para nada. Ni para acelerar y legitimar el diálogo, ni para interrumpirlo. Sólo ha servido para enfrentarnos a todos un poco más.