Hay motivos para felicitarse

EN EL ÚLTIMO pleno del Ayuntamiento de León, celebrado el pasado viernes, hubo más ruido que nueces. El ruido estaba motivado por el reto entre el corregidor, Mario Amilivia, y quien aspira a volver al terciopelo municipal, Francisco Fernández. Los dos se comprometieron a discutir con luz, cámaras, micrófonos y taquígrafos, cómo se vendieron los terrenos del polígono de La Lastra. Una traca sonora sin más. La venta es algo que ya sabemos todos cómo fue, porque además todos votaron a favor y, por lo tanto, todos son responsables del procedimiento y del resultado final de esa venta. El pleno consistorial también aprobó, con el voto a favor de cinco concejales y la abstención de veintidós, que el nuevo Estatuto de autonomía de Castilla y León, actualmente en tramitación, recoja la posible segregación de nuestra provincia, algo que, obviamente, no contempla el texto pactado entre populares y socialistas. Está bien claro que estos dos partidos, mayoritarios en el Palacio de Fuensaldaña, no tienen ningún inconveniente en repetir brindis al sol. La buena noticia de este otoño cálido y soleado nos la ha servido el ministerio de Cultura. Por fin ha sacado a concurso el Cear (Centro Especializado de Alto Rendimiento), de atletismo y lanzamientos, con sede en León. La promesa del secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky, será una feliz realidad. Ha quedado desbloqueada la vieja aspiración. Ya pueden sonreir Carlos Burón, Manolo Martínez, Mario Pestano y otros muchos. La inversión prevista es de 6,5 millones de euros. No puedo pasar por alto que el próximo día 4 de ese mes de «tenorios y misereres» comenzará a distribuirse por este periódico los volúmenes de la biblioteca leonesa de escritores. Es para felicitarse. Y desde los 52 volúmenes, todos ellos importantes, debo llamar la atención sobre dos autores extraordinariamente influyentes que a veces se olvidan, aunque hace pocos años que murieron. Los dos eran madrileños, pero con fuertes y sólidos lazos con León: Jesús Fernández Santos y Juan Benet. Del primero, con ascendencia en los Argüellos, se incluye el libro «Los que no tienen nombre», sobre una comunidad religiosa de las tierras bañezanas. Fernández Santos fue un extraordinario escritor y muy influyente crítico de cine hasta sus últimos alientos. El otro es Juan Benet, ingeniero, quien dirigió en los años 60 la construcción de la presa del embalse del Porma. Durante los fines se semana, desde su habitación del hotel Oliden, escribió Volverás a Región . Una novela ambientada en la montaña leonesa, con la prosa más exigente y menos comercial que se había conocido. Juan Benet es, además, el maestro de una generación de escritores como Javier Marías, Félix de Azúa o Vicente Molina Foix. Es un gran acierto que tanto Jesús Fernández Santos como Juan Benet, maestros de la narrativa española contemporánea, tengan su sitio en la colección de Diario de León. Por muchos motivos, nos congratula a todos los leoneses. Como nos llena de júbilo que la Academia de la Poesía haya otorgado su premio internacional a nuestro compañero Luis Artigue. Su poemario Tres, dos uno... jazz es un libro comprometido. Por eso, además de por su altura poética, lo premiaron entre más de seiscientos presentados.