Aquel celofán

TELEVISIÓN Española cumple cincuenta años. Anda todo el mundo a vueltas con sus recuerdos del blanco y negro, de Ironside , El fugitivo o Viaje al fondo del mar vistos en la tele del vecino, de las risas de los Chiripitifláuticos y de los bigotes de Íñigo, de Bonanza y El Virginiano, de los Cicutas del Un, dos, tres ... y del inimitable más imitado: Rodríguez de la Fuente. Algunos intentaban ponerle colores a la tele con una especie de celofán que se superponía a la pantalla para convertir el blanco y negro en rojo intenso y rojo pálido o en verde intenso y verde pálido, pero siempre, claro, dentro de la misma gama de color. Era un autoengaño que duraba poco y enseguida lo quitaban y volvían al blanco y negro. Qué tiempos aquéllos en los que todos veíamos la misma televisión y sólo podíamos cambiarle el color con un celofán. Pero con celofán o sin él, Pedro Macía, aquel presentador de telediarios tan guapo, repetía siempre su frase: «Son los tres o cuatro de siempre, que a nada y a nadie representan, y que a sueldo de Moscú atentan (pausa, para que rimara) contra la sagrada unidad de la Patria». Podía referirse a cualquier incidente imposible de acallar o a una declaración política sucedida en el extranjero, de la que sólo esto se informaba. Bueno, de esto, y de la convocatoria a la Plaza de Oriente. Vino luego el color, el de verdad. Duró poco. Nos pusieron entonces el celofán en origen, en la propia cámara. Un celofán que cambia de vez en cuando, al ritmo caprichoso de las mudanzas en Moncloa. Lo peor es que, si te cansas, sólo lo puedes quitar, con suerte, cada cuatro años y con la ayuda de muchos, para que, al cabo de tanto esfuerzo, los nuevos te coloquen otro. Como si fuéramos tontos. Como si tuviera que ser así.