EN DERREDOR
Lenguaje tabernario
PERMACH, un ciudadano que no está libre de toda sospecha, le ha dicho en lenguaje tabernario a Zapatero que es una irresponsabilidad política su observación, que ni siquiera parecía amenaza, sino ambigua reprimenda, de que tendrá consecuencias el robo por supuestos etarras de tres centenares y medio de armas cortas. Uno de los picos de oro de Batasuna valora como tanto o más graves que esa acción, que no puede interpretarse sino como los prolegómenos de una guerra, los procesamientos a aberzales, el deshacer la madeja de ese entramado de negocios de vino y extorsión, quién sabe si escondite de bandidos algún día, que llaman herriko tabernas. Llegamos a una situación en la que la calculada ambigüedad del presidente Zapatero no es bastante. No sé si somos pocos o muchos los que en esto, como en tantas cosas, no nos alineamos ni con el PSOE ni con el PP, y en consecuencia no tenemos que esperar las proclamas de Blanco o Zaplana, o las consignas de los contertulios y analistas de una y otra corriente, sino que tenemos opinión propia. Vale pasar porque los asesinos no tuvieran que pedir perdón, por mirar para otro lado cuando la extorsión y la kale borroka castigan a ciudadanos abandonados a su suerte, pero rebasa todos los límites que el prepararse para matar, afanando los instrumentos que lo hacen posible, pueda ser comparado con el proceso judicial de un Estado de Derecho contra desalmados que han demostrado un millar de veces su calaña. A los demás nos vendría muy bien un tiempo para otro rearme, como el que procura ETA, que hiciera posible dos cosas esencialmente: intentar el consenso ahora inviable, y apretarle las tuercas a ETA para que en el próximo diálogo les resulte perentorio decir sí a la disolución.