PANORAMA
Socio indispensable
AL PRESIDENTE paquistaní, el general Pervez Musharraf, y a su régimen se les podría aplicar en Washington el aserto de la conocida copla: «ni contigo ni sin ti...». Sospechoso de cerrar los ojos con los talibán y practicar un doble juego, es capaz al mismo tiempo de ordenar el bombardeo de una «madrasa» (escuela coránica) sospechosa de ser un campo camuflado de terroristas y matar a ochenta personas, connacionales suyos. El episodio provocará severos daños colaterales, el primero de los cuales, aunque más anecdótico que político, fue el de obligar al príncipe Carlos de Inglaterra, de visita oficial en Pakistán desde el domingo, a cancelar ayer la prevista visita a Peshawar. Otro, de más calado, es que ha dejado en ruinas el plan oficial de firmar con los líderes tribales de la legendaria «northwest frontier» de la cartografía británica un acuerdo semejante al que Musharraf suscribió en septiembre con los jefes comunitarios del Waziristán y que recibió una acogida entre tibia y sospechosa en Washington. El arreglo es una tregua puramente práctica: ustedes dejan de apoyar a los talibán y guardan sus armas y nosotros rebajamos al mínimo nuestras guarniciones y hacemos la vista gorda. Musharraf tuvo el gesto de ir a Kabul a explicar el acuerdo al presidente Karzai y la coalición y después a Bush en persona en Washington. El general Jones, comandante supremo de la Otan, estará allí la próxima semana y es seguro que presentará sus quejas y pedirá explicaciones. Pero desde la seguridad de que, en efecto, Pakistán es el¿ aliado indispensable.