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Publicado por
FELIPE RUBIO CARRACEDO
León

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TIEMPOS de bonanza económica, nos cuentan desde el poder que la cosa económica va bien, y tan bien que en este, nuestro país, es quizás el país del mundo donde es más fácil hacerse millonario en menos tiempo, y a las pruebas me remito: la bolsa, esa entelequia que por una especie de magia hace posible que lo que hoy vale cinco mañana pueda valer veinticinco o viceversa; donde un terreno improductivo de hoy puede tener un valor de cien mañana y, por otra especie de magia municipal, puede llegar a valer mil. Y así se puede seguir enumerando ejemplos que hacen posible que algunos, de la noche a la mañana, se pueden convertir de sapos en príncipes sin tan siquiera esperar el beso preceptivo de la princesa; sólo es necesario que la pericia y el buen hacer de algún equipo de gobierno municipal o autonómico se lo proponga, recalificar suelo se ha convertido en algo que al parecer convierte el carbón en oro y así nos va de bien. ¿Quién dice que cada día se hace más difícil llegar a fin de mes? Si no damos gastado para lo que ganamos... Y mientras todo esto sucede, en nuestro país, donde la economía funciona tan bien, resulta que para adquirir una vivienda más o menos digna la inmensa mayoría de españolitos/as, se tienen que casar con alguna entidad financiera por toda una vida y además con cláusula que obliga a pagar de forma permanente y puntual la dote mensual que al casarnos con esta simpática banquera hemos concertado. Y, claro está, si a lo único a lo que tendríamos que hacer frente fuese a esta dote vitalicia la cosa no sería tan grave, lo que ocurre que además de esta hipoteca cojonera que nos tendrá atados en lo bueno y en lo malo hasta que la muerte no separe, se le acompañan otras anejas tales como: manutención, transporte, climatización, vestido, calzado, ocio y cultura, y para colmar esta especie de paraíso económico donde todo es tan fácil e idílico, a un salario de quince mil euros se le atizan cinco mil de impuestos directos e indirectos, tasas y precios públicos. Con todo esto y a pesar de todo esto, se dice que, la morosidad de este país es soportable y de las más bajas de la zona euro. Realmente lo de ¡España va bien! se queda corto, hay que cambiarlo por algo como ¡este país es un milagro! y el santo propiciador San Zapa, pues si no fuese por una cuestión de fe esto no hay quien lo entienda. ¿Cómo es posible que dentro del coste de una vivienda el precio del suelo suponga el 50% de la misma? Sólo en un país donde impere el capitalismo salvaje y la especulación más descarada unido a la falta de escrúpulos puede ser posible que ocurran estas cosas. ¿Acaso España es un país carente de suelo? Pues si ello no es así ¿Por qué ocurren estas cosas? Y como es público y notorio que estas cosas ocurren ¿por qué no se corrigen? ¿Para cuándo una ley del suelo que impida estas tropelías urbanísticas y estos abusos descarados que hacen padecer insomnio a millones de españoles, unos por que ven imposible la adquisición de una vivienda que necesitan para poder vivir y así poder emanciparse y descargar lastre a sus padres y otros por temer a no poder hacer frente a sus obligaciones hipotecarias ya que ese diablillo que llaman euríbor se empeña en crecer y crecer haciendo temibles los anuncios del BCE que a base de cuartillos terminará por alcoholizarnos a todos. Y mientras todo esto sucede se producen los anuncios de los beneficios obtenidos por las entidades financieras del primer semestre del año y las cifras aumentan por encima de las anteriores y de las anteriores y de las anteriores, pero dicen que es buen, por que según parece, como todos los españolitos somos accionistas no hay problema, ya está, si la banca gana, ganamos todos... y, ya se sabe «bien de muchos: fabuloso para unos pocos». Ahora que se acercan unas elecciones importantísimas nos cuentan que existe corrupción en el urbanismo municipal y que algunos: azules, rojos y verdes se han enriquecido dejándose sobornar por otros que son incoloros, pues ya se sabe que el dinero ni es blanco ni es negro, es algo que en esta sociedad entre todos hemos creado, se hace imprescindible para subsistir y vuelve a estar de actualidad aquello tan antiguo de «tanto tienes, tanto vales». Seamos serios, cuantas personas de este país a excepción de apenas un quince por ciento «y ya se pueden imaginar quienes ocupan ese quince por ciento» no tienen apuros para llegar a fin de mes. Pues si el resto tienen apuros, eso significa que algo está fallando y que la economía española no va bien, que hay truco y que aquí no todos se benefician del crecimiento económico y sólo unos pocos se aprovechan descaradamente del gran milagro español, donde es gratis corromper y muy barato corromperse. Y mientras la compra de una vivienda digna para vivir en ella no y para especular con ella, suponga el hipotecarse para toda una vida, nadie cabal, podrá proclamar que económicamente vamos bien.