Cerrar
Publicado por
FEDERICO ABASCAL
León

Creado:

Actualizado:

EN CATALUÑA no ha perdido nadie, ni siquiera Montilla (a pesar de la evaporación de 240.000 votos socialistas, se dice pronto), pero si se exceptúa a los Ciutadans, con sus tres flamantes diputados, nadie puede considerarse vencedor, ni siquiera el que lo ha sido, CiU, porque tal vez no consiga gobernar. El PP ha resistido, según sus propios analistas, manteniendo sus posiciones frente a los elementos desatados en su contra y el abandono de 80.000 clientes electorales se atribuye en Génova 13 a la abstención. La abstención ha obtenido la totalidad de los votos inexistentes, una mayoría aplastante, y a través de ella envía a los partidos el mensaje de que o se ocupan más de la sociedad que de los bizantinismos identitarios de Cataluña o en las próximas elecciones las urnas se pueden quedar vacías. Dicho de una manera más concreta, el electorado catalán ha castigado ostensiblemente al gobierno tripartito, aunque sin condenarlo al ostracismo político, pues las tres fuerzas que lo formaron mantienen mayoría absoluta para reeditarlo. Y a la alternativa nacionalista que había gobernado veintitrés años como si CiU fuera la esencia misma de Cataluña, le ha dado una victoria clara y, al mismo tiempo, relativa, al obligarle si quisiera, como realmente quiere, gobernar a someterse a las condiciones en cierto modo leoninas que le impondrían o bien ERC o bien el PSC. La coalición CiU/ERC absorbería todo el nacionalismo, mientras que la de CiU con el PSC, además de verse aplaudida discretamente por La Moncloa y gran parte del empresariado catalán, debelaría para siempre muchos mitos identitarios que se habían instalado en la política de Cataluña. Quedaría clausurado como argumento político el hecho diferencial, que sería sustituido por la negociación más racional del desarrollo estatutario. El gran perdedor, según el PP y otros, entre los que se encuentran muchos, habría sido Zapatero, quien desmanteló el gobierno tripartito, empujó hacia la salida a Maragall y designó digitalmente como candidato/sucesor a José Montilla. Pero la derrota tan abultada como relativa de Montilla sólo supondría en pura lógica la de Zapatero si el PSC se quedara fuera del Gobierno de la Generalitat. Si Montilla, o quien le sustituya -siempre que en las negociaciones postelectorales se intercambiaran PSC y ERC las cabezas de Montilla y Carod Rovira, para marginarlas obviamente-, el tripartito podría repetirse en una nueva edición, muy corregida por supuesto. Cabe la posibilidad, probable, de esa gran coalición que nadie considera necesaria, pero muchos piensan que resultaría conveniente, la de CiU y el PSC. Porque los socialistas viven con cierto pavor el recuerdo de los tiempos de Obiols, su eterno candidato a las elecciones autonómicas y cuyo destino no era otro que el de servir de «sparring» electoral a Jordi Pujol. Antes de verse instalados nuevamente a la intemperie de la oposición, los socialistas catalanes estarían dispuestos -se entiende, no a cualquier precio- a coaligarse con quien les ayude a construirse un alojamiento confortable, sean los dos socios del anterior tripartito, sea Artur Mas, al que las negociaciones postelectorales irán lógicamente reduciendo o flexibilizando sus pretensiones.

Cargando contenidos...