Aire fresco en la política

EL RESULTADO de las elecciones catalanas está dando juego para muchas cábalas e hipótesis. En mi última comparecencia en este balcón no pude echar ni un mero vistazo al paisaje catalán. Coincidió con el día de la votación y los cementerios a rebosar de flores. Desde entonces no se han apagado los ecos, ahora retumbando sobre la composición del futuro Govern catalán. Todos los ojos miran al Palacio de la Generalitat. Existen varias alternativas y posibilidades abiertas. Y esas alternativas y posibilidades darán lugar a un montón de dimes y diretes durante los próximos días. Ya es tema estrella en periódicos y telediarios. Sin embargo, se me antoja que han existido cuestiones más importantes que deben ser destacadas y realzadas. De ninguna manera hemos de pasarlas por alto. La primera y más negativa es la altísima abstención que se ha producido. Entre abstención y votos en blanco se superó el 45%. Una cifra tremenda con lectura inequívoca. Viene a decirle a los partidos políticos catalanes que hay más de un 20% del electorado al que no le interesan las elecciones autonómicas, los temas que en ellas se tratan, y que están hartos de oir hablar tanto de Cataluña y tan poco de los catalanes. La sobredosis de nacionalismo espanta a los electores de las urnas. La segunda cuestión a destacar es, en cambio, muy positiva: la aparición de un partido nuevo y fresco, Ciutadans de Catalunya. Fue alumbrado hace pocos meses por unos intelectuales de indiscutible prestigio. Todos, a la hora de redondear la candidatura, se retiraron del escenario. Dejaron de ser primeros actores para trabajar como tramoyistas. El nuevo partido recogió los votos suficientes para sentar a tres de sus miembros en el Parlament. Y los obtuvo especialmente en las ciudades del cinturón industrial de Barcelona, donde son abrumadora mayoría los castellano/parlantes de origen inmigrante. O sea, a los que define el nacionalismo como «charnegos». Fue precisamente en ese ámbito geográfico donde Ciutadans les restó votos al PSC y al PP. Quizá por ello ya resulte molesto al pentapartido existente en Cataluña. Voces roncas han filtrado que detrás de Ciutadans estaba la Faes, algo que cuadra mal tras oir también el reproche de Mariano Rajoy a la nueva formación. La principal lección que deben sacar tanto el PSC como el PP es que eso mismo puede ocurrir en cualquier otro punto de España. Y es que un partido pequeño, o un partido nuevo, puede irrumpir en el escenario electoral y conseguir el apoyo de los ciudadanos, por mucho que lo ninguneen los medios de comunicación. La impresión que dan los partidos establecidos es de absoluta esclerotización y falta de vitalidad. Y tal parece que para muchos de sus componentes sólo está en juego el puesto y el sueldo de los próximos cuatro años. Los ciudadanos perciben perfectamente los paripés políticos ajenos a sus intereses. Hasta el más tonto conoce las siglas del BOE. Y cuando percibe esos paripés es cuando los castigan con la abstención o el voto en blanco. O, como en el caso de Ciutadans de Catalunya, les premian con el voto que significa aire fresco. Aire fresco que responde a verdaderas necesidades de la calle.