Paisanos burlados

JAVIER Castroviejo fue el primer profesor detenido por la Guardia Civil al defender la fauna cantábrica. El suceso ocurrió una noche, en un robledal de los Ancares, cuando Manuel Fraga, a la sazón ministro de Franco, iba a disparar a uno de los urogallos que se pavoneaban en el cantadero. Don Manuel terminó llevándose su trofeo, la pita do monte, el gallo del bosque abatido cantando la seguidilla con la cola en abanico, y don Javier y los ecologistas que dieron gritos en el monte para que los urogallos huyeran, pernoctaron en el calabozo de Cervantes, comiendo bocadillos y agua fresca suministrados por la Benemérita. Han pasado años y este científico, asesor ecológico de la FAES (Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales) creada por José María Aznar, suelta verdades en las jornadas de «La iniciativa privada y la conservación de los recursos naturales»: -Los alcaldes no deben pedir cemento ni pistas, sino materia gris. Hay que animar a los responsables municipales de las zonas rurales que tienen en el medio ambiente su principal potencial de desarrollo a que sean exigentes con las administraciones públicas. León posee un 30% del territorio en Red Natura, cinco Reservas de la Biosfera y un sector del Parque Nacional de los Picos de Europa. Lamentablemente, la atención dedicada a los paisanos que habitan estos valles es de tercera división. Se incumple la norma, expresada en 1998 en la reunión de Bath (Inglaterra), para aunar ecología, economía y gente en Natura 2000: -Se debe fomentar el proceso decisorio de abajo a arriba (en la jerga de la UE, de «bottom-up»), de manera que todo arranque de ideas locales que mueven los habitantes de los pueblos y son ayudadas y financiadas parcialmente por las administraciones. No se impone nada que no quiera una junta vecinal. Contemplen el atestón leonés de sanguijuelas (empresas, politicastros a dedo y consultorías), que intermedian en los fondos rurales chupando la sangre paisana.