Minihígados y setas

LA NOTICIA micológica de este otoño, y también la de de otros otoños, es la intoxicación por ingestión de setas tóxicas. Una vez más ha sido, fundamentalmente, la amanita phalloides la causante de tan graves trastornos. En algunos casos, como las intoxicaciones ocurridas en Galicia, fue necesario trasplantar el hígado a un niño y a una mujer para salvarles la vida. La primera reflexión es la obvia. Sólo se deben comer las setas de las que se tenga la completa seguridad que se pueden ingerir sin que causen ningún problema de salud. Para iniciarse en los placeres de la búsqueda, recolección y degustación de setas, lo mejor es hacerlo de la mano de otras personas con experiencia, además de hacer cursillos, consultar libros y páginas de internet o acudir a una asociación micológica solvente. No se puede correr el riesgo de poner la vida en peligro mediante el consumo de setas tóxicas por simple ignorancia. La otra reflexión se refiere a la generación de un pequeño hígado -minihígado-, partiendo de células madre del cordón umbilical. El proceso está en sus inicios, pero imagínense que la experiencia prospere y se puedan tener hígados disponibles para transportarlos, sin la angustia de esperar a que alguien se muera y done el suyo. Al teclear minihígados en un buscador -«quizá quiso decir minijuegos»... pues no- he encontrado que en Argentina se está trabajando sobre un hígado artificial, que contiene en su interior minihígados formados por células de cerdo y está pensado para evitar la muerte de niños con hepatitis vírica fulminante, mientras esperan por un trasplante.