LA VELETA
Dos de calamidad
LA PRIMERA. Si su imaginación da para tanto, imagínese que la guerra de Irak tenía alguna justificación y que no fue otra cosa que una agresión mentirosa. Además tiene usted tanta imaginación combinada con tanta candidez que ve en Bush a un campeón de los derechos humanos que salva al amado pueblo iraquí en la guerra más justa y necesaria de la Historia Universal: el Ángel Exterminador movía la mano justiciera de Bush para acabar con un individuo cien veces peor que la suma de Stalin y Hitler. Y ahora supongamos que a Sadam lo han juzgado con la mayor limpieza y transparencia legal y procesal unos jueces flor y nata de la competencia jurídica y le han dado todas las garantías y todos los recursos para argumentar y probar todo cuanto convenía a su defensa. Pero la defensa era imposible porque, insistamos, al individuo en cuestión no hay por donde cogerlo: es el novamás del ejercicio de la maldad contra el prójimo. Bueno, creo que le he puesto fácil la cosa para deducir que, aun así y más que quieran añadir, la condena a muerte de Sadam es una barbarie contraria a humanidad y a la más elemental norma de ética. Bush ha celebrado la sentencia como un logro democrático, pero el único logro es que Bush nos certifique por enésima vez que tiene la mollera atiborrada de esa pasta bíblica que pone la venganza y el odio por encima de todo y que puede celebrar la muerte con más entusiasmo que respetar la vida. La segunda. ETA está a lo que está y no se pierde en floreos verbales, que prefiere dejar para sus interlocutores. No creo que haya sorpresa para nadie en que ETA no se apee de su programa. Bueno, si ETA se apease, tal vez los más sorprendidos serían los partidos nacionalistas vascos, que podrían hasta sentirse un pelín huérfanos e incluso un pelín inermes. La prosa obligada de condenas y distancias va dentro de un orden: unos sacuden el nogal y otros recogen las nueces del mismo contencioso entre ellos y España. Y aunque todo lo anterior sea incierto e incluso fuese falso, sigue en pie el autismo ético de algunos de esos nacionalistas al criticar las últimas declaraciones de ETA, a la que un portavoz o sacristán acusa de estar desde hace cuarenta años en deuda con la sociedad vasca. De la sociedad no vasca nada dice el individuo porque es sociedad que le trae sin cuidado, rebasa los límites cutres de su ombligo. Escaso o corto de ombligo, sí, pero de morro tiene para tapizar las dos mesetas, pues miente y sabe que miente al ocultar que el terrorismo tiene en Madrid, Zaragoza, Barcelona, Valencia, Alicante, Vic... a muchos de sus acreedores. También tiene muchos en el País Vasco, pero cuidándose siempre de que fuesen siempre vascos desafectos o de segunda y sólo por error o caso muy raro fue a importunar a los fieles, a los de primera... que recogen las nueces del nogal.