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León

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DERECHAZO en el mentón a  Bush, en 28 de los 50 estados. El  político más poderoso del Planeta es también el más simplón. Su satisfacción por la condena a Sadam ha sido el penúltimo ejemplo de su falta de majestad, pues la última ha sido interpretar el revés electoral como que la sociedad estadounidense no percibe en clave de victoria la guerra de Irak. Como para percibirla. El tiempo ha  demostrado que las armas de destrucción masiva nunca existieron, y que todo fue una gran operación comercial para hacerse con el petróleo y con los negocios derivados de la  reconstrucción del país,  además de unos siniestros fuegos artificiales con el ego del hijo que quiere emular al padre. Estados Unidos es un gran país, pero uno está del lado de Woody Allen, Springteen y Sean Penn, por citas tres reconocidas voces  muy  alejadas  de esa gran máquina de propagar mentiras que es este gobierno republicano. Sadam es un monstruo, aunque no el único, pues existe manada como para elaborar un censo. La monstruosidad tiene jerarquías,  pero sigue siendo monstruosidad, y una guerra inventada en los despachos no merece precisamente un Nobel de la Paz. Con motivo de la contienda franco prusiana, el gran Víctor Hugo escribió: «¡Pobre gente! Creen que mueren por la patria cuando en realidad mueren por unos pocos industriales!».  Por un puñado de industriales están muriendo miles de personas también en Irak, por ese puñado de  motivos inconfesables en los que se sostienen los pilares oscuros de la Historia. Las urnas han golpeado el yo de este césar sureño. El próximo golpe electoral que reciba puede ser para hincar la rodilla en la lona. Aunque lo de sonado  viene ya  de antiguo...