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Publicado por
MIGUEL A. VARELA
León

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ES ASOMBROSA la cantidad de novias que aparecen ante el éxito. Caso ejemplar de ello es la situación de Ciutadans-Ciudadanos de Cataluña, un partido sin recursos, sin campaña y sin apoyo mediático, que en cuatro meses ha conseguido tres diputados en las más bien tristonas elecciones catalanas, y ha desatado una reacción que, en palabras de Félix de Azúa, « pone de manifiesto no la amenaza de los débiles, sino el miedo de los poderosos». Esta inesperada irrupción ha abierto unas expectativas ante las cuales el grupo de Albert Rivera ha reconocido verse obligado a tomar «precauciones» ante el peligro a morir de éxito. Mientras las homilías de los radio-predicadores han encontrado en este grupo una improbable proyección de su disparatado imaginario, ignorando el discurso en absoluto conservador de este nuevo partido, que surge del desconcierto del votante socialista no nacionalista, otros inventan supuestos apoyos estratégicos de la Faes o se conforman con despacharlo clasificándolo en un indefinido «nacionalismo neoespañolista». Lo cierto es que ante la sorpresa del resultado de un puro movimiento ciudadano al margen de la partitocracia omnipresente, se empieza a especular sobre las posibilidades de exportar la fórmula, y no sólo a zonas teóricamente más proclives como Euskadi o Galicia. Estos días, el recién creado MAS no duda en buscar comparaciones, forzando demasiado las improbables similitudes, y me consta que existen otros tanteos al margen de las siglas conocidas para intentar operaciones similares en el Bierzo. Sería bueno, ante estas prisas coyunturales, recordar a aquel cochero al que le preguntaban si no podía ir más rápido. «Desde luego -contestó-, pero no puedo dejar solo al caballo».

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