Estrategia descabellada

YA HACE muchos días que voceé desde este balcón la situación en el ayuntamiento de Villaquilambre. Anuncié entonces que amenazaba con batir todos los récords de originalidad. Y, sin embargo, la realidad sigue más florida que la imaginación. La sublevación de los militantes populares contra la dirección provincial no había empezado hace quince días. Luego, como ya ocurrió en varios municipios bercianos y en el de Astorga, ha quedado probado que el equipo formado por Isabel Carrasco y Eduardo Fernández, no tiene relación alguna con los afiliados de base. Éstos van por un lado, y la pareja, junto con Pano, triunvirato dirigente, van por otro, despreciando la opinión de las bases del partido. La decisión de imponer como candidato a corregidor a un edil de la UPL sobre Manuel García, proclamado por unanimidad de la junta local conservadora, ni siquiera se puede decir si es acertada o errónea. Por una razón que excluye cualquier otra: los dirigentes populares la tomaron sin molestarse en explicarla ni a los concejales ni a los afiliados. La opinión generalizada en Villaquilambre, a falta de explicaciones de Isabel Carrasco y de sus ayudantes, es que ha primado en la decisión, sobre todo, la hipótesis de hacer daño a la UPL. Dividir a la UPL, fracturarla y que saque menos concejales en la próxima cita electoral, así como potenciar a Rodríguez de Francisco, es como una obsesión. ¿Es una instrucción orgánica y política desde Valladolid?. Isabel Carrasco la está ejecutando sin contemplaciones. Ya se sabe que es mujer de armas tomar, como doña María La Brava, y aplica el ordeno y mando sin que le tiemble el pulso. Por eso mismo, además del concejal leonesista de Villaquilambre, desde la sede del edificio Europa se está cortejando a más destacados cargos públicos del leonesismo en la provincia y en el alfoz de la capital. Lo que dicen los afiliados del PP de toda la vida en Villaquilambre es que la estrategia no puede ser más descabellada. El triunvirato dirigente, por perjudicar a la UPL, está destrozando a su propio partido. Mientras tanto, al presidente de la Diputación, Javier García-Prieto, lo dejan solo ante las críticas por una propuesta completamente sensata y razonable: la fusión de municipios. La propuesta no es nueva. Hace más de tres décadas publiqué en «Proa», bajo el título genérico «Algo se muere en nuestra provincia», más de ochenta reportajes que tuvieron el reconocimiento de premio nacional de periodismo. La médula del trabajo radicaba en la necesidad imperiosa de la fusión. Si a estas alturas del siglo XXI alguien no ve que municipios por debajo de los 2.500 habitantes no sólo no tendrán futuro, sino que carecen de presente, mal vamos. Su dependencia económica, técnica y jurídica es total respecto de otras administraciones. Lo que sí es cierto es que hay muchos intereses en el mantenimiento de pequeños caciques locales con el voto amaestrado. Pero la disyuntiva, en términos más crudos de lo que dijo García-Prieto, es preguntar si los ayuntamientos están al servicio de los ciudadanos o del alcalde y los concejales. Es irrefutable que un ayuntamiento que no tenga las mínimas dimensiones no puede prestar los servicios que, según la Ley de Régimen Local, está obligado a dar a sus conciudadanos.