Diario de León

EL MIRADOR

Fútbol: ¿quién vigila al vigilante?

Publicado por
MIGUEL JUANE
León

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EL PRESIDENTE del Tribunal de Cuentas acaba de poner de manifiesto en el Informe de Fiscalización de la Financiación pública a la Federación Española de Fútbol, las graves deficiencias e incumplimientos legales en el manejo de fondos públicos por parte de dicha entidad. En todos los casos el límite entre lo legal y lo ético es un argumento muy manido por los gestores deportivos que señalan prácticas irregulares como legalmente admisibles aunque, con un mínimo de decoro o de vergüenza resultan inadmisibles. Parece que el límite de lo poco ético se está traspasando hacia lo ilegal e incluso hasta el ilícito penal en diversas ocasiones. En este sentido cabe exigir un mayor rigor a aquéllos que manejan dineros públicos y sobre todo cuando lo hacen desde puestos de responsabilidad. Si los que tiene que ejercitar el control no lo hacen, mal andamos, y si la permisividad y la pasividad de los responsables permiten actuaciones irregulares, peor. Es significativo lo recogido en el Informe Independiente sobre el Deporte 2006, elaborado en la Comisión Europea por encargo de la presidencia británica a José Luis Arnaut, en donde, entre sus recomendaciones aparece la cooperación en el máximo grado posible (incluyendo la policía) para detectar y frenar actividades criminales en torno al fútbol y en particular para impedir prácticas tales como el amaño de partidos, el fraude, el lavado de dinero y cualquier otra forma de actividad corrupta o criminal. A su vez, en el aparatado de conclusiones, dicho informe habla de que varios países europeos se han visto sacudidos por escándalos de corrupción¿ para más adelante señalar que la situación económica de muchos clubes europeos es peligrosa, con casos de bancarrota y déficits de cientos de millones de euros, etcétera. Resulta obvio que dicho análisis afecta de lleno y se puede aplicar a nuestro país en el que están instauradas y generalmente aceptadas prácticas absolutamente irregulares y si quién falla es el responsable de la vigilancia y control, da miedo pensar cómo pueden manejarse aquéllos que están tutelados por éstos.

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