Estilo Montilla

MONTILLA es un personaje gris, poco hablador, nada brillante, sin vida social, considerado por quienes le conocen un trabajador infatigable y tenaz, resolutivo e inteligente. La política catalana, que ha hecho correr ríos de tinta en la última legislatura, podría pasar a discurrir apaciblemente, sin apenas engendrar noticias al menos en sus tramos puramente procesales. El único peligro que amenaza a esta mudanza es el afán de notoriedad de los socios y conmilitones de Montilla. ¿Estará Carod-Rovira dispuesto a no aparecer a diario, casi siempre por sus estridencias, en los flujos informativos de Cataluña, en los grandes medios estatales? Aceptarán los nuevos/viejos consejeros del Gobierno catalán estas pautas de rigor silencioso, de trabajo callado y productivo, de búsqueda incesante de los consensos internos? o hay respuestas seguras a estas preguntas nada retóricas. De hecho, la suerte de Montilla dependerá, más que de sus proyectos, de su capacidad para controlar a un 'tripartito' que está cuarteado por serias contradicciones interiores y en el que no es ni mucho menos seguro que todos los actores se guíen por la misma idea del interés general.