PANORAMA
Un Papa descalzo
SALVO CATACLISMO, su Santidad Benedicto XVI entrará descalzo en la mezquita azul de Estambul y el hecho arrojará mucho bálsamo, en vez de gasolina, sobre la herida abierta en las relación Occidente-Islam. Estambul es aún más policultural que la capital siria y Benedicto XVI hará hoy una contribución plástica, inteligible, mensurable a lo que parece su conducta y la de Roma en relación con el auge del islam político: todo puede ser discutido, salvo el terrorismo. Desde que a primeros de septiembre hizo su discurso en Ratisbona y conmovió al mundo musulmán, el Papa ha hecho lo imposible por aclarar, matizar, interpretar y lamentar, sin llegar -porque el formato diplomático del arrepentimiento no lo prevé- a pedir perdón. El mensaje ha calado y, en el caso concreto del viaje a Estambul, el secretario de Estado, Tarsicio Bertone, ha dejado claro que el Vaticano apoya la pretensión turca de entrar en la UE, que cancela un apreciación contraria del entonces cardenal Ratzinger. En Ankara, donde aprecian un visible endurecimiento del club europeo al acceso turco, han tomado buena nota y eso explicaría en parte sólo la inteligente decisión del primer ministro Erdogan de ver al Papa, lo que no estaba previsto hace una semana pretextando increíbles problemas de agenda. En Roma han pretendido que el viaje no es político, sino pastoral y, en concreto, una contribución al esfuerzo ecuménico en pro de la reunificación de las Iglesias cristianas. Pero el patriarca Bartolemeos sabe que ese asunto está tapado literalmente por el hecho de que un Papa esté en dar al islam el territorio de la religión del Profeta, entre en la mezquita y diga que respalda la pretensión europea de Turquía que, en los días que corren, es como decir que se favorece el diálogo intercultural e interreligioso y se proscribe la exclusión.