IDENTIDAD SECRETA
Cocaína
ESTÁ barata. Y cada vez hay más. Esta semana han salido a la luz diversos estudios que colocan a España como el segundo consumidor mundial de cocaína, por detrás de Estados Unidos y por delante de Reino Unido. Estar a la cabeza de tan dudoso récord es lamentable, pero lo realmente horrible es que no nos pongamos manos a la obra desde ya mismo. Y me refiero a usted. Dicen que la idea de la muerte es soportable porque el individuo rechaza inconscientemente su propia mortalidad. Es difícil imaginar ese concepto del no-ser porque el consciente vive inmerso en lo contrario. La muerte es algo que les sucede a otros. Con las drogas pasa exactamente lo mismo. Los niños empiezan en la droga a los 10 años de edad. Sí, ha leído usted bien. Yo a los diez estaba jugando con el Lego en mi casa, igual que usted, pero los tiempos cambian. Créaselo. Y el consumidor joven de droga hace suya la idea de que la adicción les pasa a otros. Un tiempo como el nuestro, en que la adolescencia empieza cada día antes y el niño quiere ser mayor antes, más deprisa, es la fiesta del yo controlo. Adictos del fin de semana, y de la peor clase: adictos que no desconocen su condición. ¿Y los padres, qué hacemos? Pues recitar fervientemente el mantra de «eso no le puede pasar a mi [insertar nombre del niño aquí]». Pues mire, sí que le puede pasar. Sobre todo si sale de marcha con los amigos. Y otro estudio de la UE relaciona la hora de vuelta a casa con el consumo, por razones obvias. Otra cosa que se nos da muy bien es echarle la culpa de todo al Estado, a las leyes permisivas, al ministro del Interior, a las mafias colombianas y al lucero del alba. O simplemente, mirar para otro lado, que bastantes problemas tenemos ya. ¿Y qué deberíamos hacer? Pues yo no sé usted, pero cuando mi hija empiece a salir, se encontrará tres cosas cuando vuelva: a) a mí en casa, b) despierto y c) una charla tranquila y agradable en la que le preguntaré qué tal se lo ha pasado y le miraré las pupilas, discretamente. Porque la responsabilidad de lo que haga ella hasta que cumpla los 18 años es mía y solo mía. Y porque sí que me puede pasar a mí.